Javier Milei ganó las PASO y dejó a toda la política mirando al cielo con cara azorada y a muchos ciudadanos con una incertidumbre pasmosa. Se acaba de abrir una nueva etapa en la democracia por más que el libertario no termine siendo el presidente. Lo desconcertante tiene un certeza clarísima: hubo voto castigo a la imposibilidad de resolver problemas.

Eso le cabe directamente a la política, pero la cuestión es que la nalgada fue demasiado fuerte, con malos y peligrosos modales, y también le arde a quienes no están en “la casta”. Se pasó de castigo a venganza masiva; podría pasarse de reyerta personal contra la casta a un estrago por arrastre. 

La crisis prolongada durante más de una década, con eventuales mejoras, es una crisis que tiene la sensación de ser endémica. Por eso sus votantes salieron a romper. Incluso sin lógicas, con las tripas, con un cansancio político y del Estado ya agotado para solucionar los problemas, e incluso, entienden, que se los genera. Una procesión silenciosa. Una decisión transversal que conecta mucho con los más desamparados -no por eso marginales- del sistema. 

En el fondo no hubo fundamentos económicos que engranen como una salida viable. Dolarizar y prender fuego el Banco Central no lo son. Apenas la consigna de la libertad puede asomar como palpable. Tampoco hay una cuestión política porque no se podría encasillar el voto en antikirchnerista o anticambiemos. Su esencia es anti, pero deberá encallar en algo porque no se puede gobernar -si es que lo logra- en esa volatilidad rabiosa. Hay un núcleo que no se aguantó más la grieta como ADN democrático y salió a romperlo todo.  

Ganó en las PASO un candidato que dice escuchar mensajes de sus perros muertos y que propone vender órganos como el summum de la libertad. Con esto último parece postular “Yo con mi cuerpo hago lo que quiero”, bueno, con el voto parece que también.   

Por lo pronto sentó un precedente en todo el país y en Santa Fe también, donde terminó frenando el envión que tenía Juntos por el Cambio luego de la victoria de Unidos de la mano de Maximiliano Pullaro en las PASO a gobernador. El Congreso cambiará sea o no presidente. En definitiva, ¿Qué hay? Por ahora, un emergente validado con fuego en las manos que asusta con lo que podría ser.