Un repaso por las tres noticias de la semana analizadas con una lupa. Perotti se reconfiguró y se puso al frente con Alberto. Macri rogó para que el domingo vayan a votar. Pullaro y jueces se tiran la pelota.

Omar abrió toda la tranquera 

Omar Perotti no sólo fue anfitrión de Alberto Fernández en Rosario donde cerró su campaña presidencial al pie del Monumento a la Bandera sino que demostró una mutación. Puntualmente, reconfiguró su apoyo hacia la fórmula presidencial que fue tibio desde el arranque pero que empezó a cambiar hace 15 días cuando le abrió la provincia para reunirse con sectores productivos.

Esta vez repitió la escena. No sólo le tendió el puente con el establishment del sector agrario y financiero en la Bolsa de Comercio rosarina sino que propulsó el acuerdo con los gobernadores que terminó sellando la imagen de unidad y potenciando el espacio en un acto masivo.

Las Paso marcarán una tendencia y posiblemente a partir de ahí definirá la intensidad de su respaldo camino a las generales. Fernández mencionó varias veces al gobernador electo en sus discursos dándole un protagonismo impensado hace apenas un mes.

Y se lo termina reconociendo principalmente porque Perotti, a su modo y estilo, lo militó. La pregunta contrafáctica es analizar si hubiese puesto el mismo empeño si el candidato a presidente era Cristina y no Fernández. 

El rafaelino habló de un “país federal”, en consonancia con su perfil provincialista: ahora le toca gobernar Santa Fe, se centrará en eso y alambrará las fronteras para construir poder. De esto surgen dos cuestiones: primero, el respaldo fue en su territorio; segundo, el respaldo no es solamente una cuota de unidad peronista sino también responde a la necesidad de recursos provinciales.

El microclima en Rosario demostró fulgor para el Frente Todos, no sólo en lo generado por el masivo y simbólico acto en el Monumento con Cristina Fernández como oradora sino en los pasos dados por el candidato previamente.

Los números en la provincia, y sobre Todo en Rosario, lo catapultan a ese anhelo que han expresado en la visita a Rosario: posicionarse en al menos 42% cerca del 45% para la primera vuelta, y no tanto en el 40/1 del que se venía hablando. Por lo visto se manejan en márgenes escasos que dan cuenta de la penetración de la grieta.

Vayan a votar 

El macrismo cerró su campaña en tres actos corridos: Rosario, Córdoba y Vicente López. Allí repitió como un mantra dos conceptos. El primero mezcló justificación y antagonismo: tardamos y hubo problemas porque tuvimos que construir bases sólidas para crecer tras el desastre del kirchnerismo.

El segundo fue el pedido de ir a votar. “En las Paso nos jugamos el modelo que le dejaremos a nuestros hijos”, dramatizó el candidato a diputado nacional, Federico Angelini, en el escenario 360 del Club Banco Nación en Rosario. “Hablen por Whatsapp, tómense un café y díganle que vayan el domingo”, agregó. Minutos después, Macri directamente lo rogó.

Esto esconde la necesidad de ampliar el espectro de voto y reducir la victoria que se espera de Fernández en las Paso. El mensaje parece ser no descuidarse porque el peronismo se la juega toda en la primera vuelta y las Paso les puede dar un empujón. No olió a desesperación sino a alerta roja.

En la semana, el presidente apeló a la agitación y la energía descontrolada que lo caracteriza en los cierres de campaña, y luego amenizó con llanto junto a María Eugenia Vidal. Emoción macrista vs racionalidad kirchnerista  parece ser el clivaje que el domingo rendirá examen.

Episodio 1.000 de Pullaro vs jueces

La mecánica ya se hizo lógica en estos años: Pullaro critica el rol de la justicia santafesina, la justicia santafesina le devuelve la pelota sin concesiones. En algún momento se tornó personal con Rafael Gutiérrez, ministro de la Corte Suprema, pero ahora con el Colegio de Magistrados.

Esta semana el presidente de dicho colegio, Gustavo Salvador,  salió al cruce del ministro de Seguridad, Maximiliano Pullaro, poco después que éste dijera que al asumir como diputado en diciembre integrará una comisión de acuerdos para evaluar el desempeño de miembros de la Corte, jueces y fiscales.

Esta vez lo tomaron como una presión cuasi apriete. Pero generalmente las respuestas que experimentan tanto el ministro como el corporativismo judicial es la transferencia de responsabilidades en algo tan delicado como es la seguridad. Y allí la cuestión parece entrar en la discusión del huevo o la gallina: ¿el problema son las leyes que los legisladores establecen o el sistema judicial que las interpreta y aplica?