Maximiliano Pullaro celebró sus 143 días en el poder en la apertura de las sesiones de la Legislatura. Un repaso rápido desde que asumió, sin ser tedioso, casi una segunda parte del discurso inicial de asunción. Hubo clima festivo, con una reafirmación interna de su gobierno y alianza, por entender estar llevando enfilada la nave de la gestión. Pullaro buscó consolidar ejes y logros iniciales, pero también vínculos.

Saludó con mucho entusiasmo hasta a los pocos y escasos opositores como el exgobernador Omar Perotti. Regaló “entrañable amiga” a Gisela Scaglia, “queridísima amiga” para la presidenta de la Cámara baja, la socialista, Clara García, “querido jefe político” al senador y presidente de la UCR, Felipe Michlig, y repitió tres veces “vamos Pablo” para el intendente de Rosario, como una suerte de confianza y respaldo. 

Con todo estos gestos tranquiliza aguas que están calmas, pero que pueden hacer olas. La oposición por ahora no tiene músculo, no es un problema. Con Javkin el vínculo no era bueno y se especuló con algún tipo de sometimiento y choque. No sucede. 

Pullaro, lo justo y necesario

Con Michlig es un ida y vuelta térmico. Hubo una chispa original cuando desprolijamente se bajó de ser ministro de Gobierno y se replegó en la comodidad del Senado. Eso le genera a quien fue uno de los principales hacedores de Unidos una ambigüedad entre ser un pullarista de gestión o mantenerse en la Cámara Baja con el corporativismo que se respira. Pullaro le avisa con el peso del cariño que es el jefe político. 

Con el socialismo se mantiene la sintonía y no hay en el horizonte de un eventual -y hasta natural- conflicto de dos polos fuertes dentro de la alianza. De hecho, el socialismo es uno de los que empujan por lo bajo para modificar la Constitución provincial, que data de 1962 que siempre tiene la discutible reelección como traba.    

Ese es un tema que quieren tratar con manos de algodón en el pullarismo, pero no dormirse para lograr finalmente aggionar el texto que data de 1962. El reformismo que muestra el gobernador, lo hizo con una docena de modificaciones administrativas y jurídicas en materia penal, tendría su moño con la nueva Constitución. Para eso falta.

Básicamente Pullaro se posiciona por encima de las internas que pueda haber para que nada lo salpique, aunque no hacer nada también puede jugar en contra. La discusión del PRO entre Scaglia y Federico Angelini es una muestra. Se sabe a quién prefiere, pero evita posturas explícitas. Los elevados protagonismos de funcionarios o funcionarias que generan algunos ruidos de pasillo también puede jugar en contra.

Si puede bajar al mínimo las internas y cuchicheos -normales en toda gestión- tendrá un plus para no desperdiciar tiempo y energías y enfocarse en los logros que aún tienen que venir. El gobernador sigue acomodando circunstancias y empezarán a esperarse los resultados de fondo. 

Hay objetivos claros: bajar la inseguridad y violencia; tener peso nacional en producción, por ejemplo con la definición de la Hidrovía; solucionar el déficit de la Caja de Jubilaciones que puede traer polémica; renovar la Corte Suprema que amagó y quedó en stand by; y mejorar el sistema educativo, sin conflictos docentes, algo que no está sucediendo.  

Todo lleva su tiempo, Pullaro lo sabe, pero como esquemático y metódico que es, intentará sacar toda viruta que raye su proyecto. Mientras goza de buena salud al punto que decidió no golpear a mano abierta la gestión de Omar Perotti, solo hacer críticas cuidadas. Lo justo y necesario en todo su volumen.