Esta es la historia de Ana Parra y Daniel Parra. Como su apellido indica, son la misma sangre. Son hermanos por parte de padre, pero también son pareja con dos hijos. No se criaron juntos, de hecho, se conocieron cuando ella tenía 20 años y él, 17. Se enamoraron, sin buscarlo, dicen.  Ahora quieren casarse pero la ley no se los permite. Su decisión fue drástica: contar su historia en los medios que hoy resuena en España y sacan a relucir suspicacias y polémica por una relación de incesto que mutó en amor.

Hace nueve años que están en pareja y quieren formalizar su unión como una pareja más, pero el Código Civil de su país prohíbe el matrimonio entre parientes directos, por más que el incesto no es delito desde hace 50 años en España.

Según contó en el medio El Español, Ana explicó: “Mi madre me contó que mi padre nos había dejado para formar otra familia y que había tenido otro hijo. Siempre tuve la curiosidad de conocerlo, sobre todo por si me lo encontraba algún día por la calle o en algún sitio”. A los 20 años tomó la decisión de rastrear primero a su padre, con quien no tenía contacto, por Facebook; y luego, a su hermano. Al encontrarlo, decidió crearse un perfil falso para que el joven la sumara a sus contactos.

Según cuenta La Nación, en paralelo, Daniel le habían contado algo parecido,q ue su padre rehizo su vida y tuvo a él y otros hermanos, y que tenía otra hermana pero prefirió no interesarse. 

Cuando Ana, con su perfil falso, comenzó a escribirle por la red social él contestó. Al comenzar a charlar ella le contó quién era y ambos descubrieron que vivían en un pequeño pueblo llamado Santa Eulalia de Ronsana y sin embargo no se conocían ni de vista. “Nos dimos un abrazo y nos dio por reírnos. Fue una situación muy rara. Fue un poco incómodo ya que no sabíamos muy bien qué decir”, contó Daniel sobre el primer cara a cara.

Por esa época Ana vivía sola, y después de una relación estrecha, se fueron a vivir juntos. “Intentamos mantener esa relación de hermanos, que es lo que marcan los cánones, pero nosotros no lo sentíamos así... No existía ese sentimiento fraternal. Yo conocí a una chica que me decían que era mi hermana y que tenía los mismos gustos que yo y me lo pasaba muy bien con ella, pero no la podría catalogar como a una hermana”, explicó Daniel.

Pero con el tiempo el sentimiento de amistad se transformó. “Estábamos en una fiesta, nos acercamos lentamente y nos dimos nuestro primer beso”, contó ella. “Fue espontáneo, nada premeditado”, indicó él.

Ambos sintieron culpa porque sabían que moralmente su relación entraba en los cánones de lo prohibido. La pasaron muy mal hasta que decidieron dejarse llevar y consiguieron un apoyo clave: el de sus amigos.

Cuando decidieron a contar su verdad, se presentaron en un programa de televisión y lo anunciaron allí. Según admitieron, es la gente que no los conoce la que más condenaron su relación. “Hay personas que nos han escrito por redes diciéndonos que vamos a arder en el infierno”.

Con la relación blanqueada y avanzada decidieron buscar un hijo. Quedó embarazada de gemelas pero perdió una. Luego vino el segundo embarazo, un varón. Hoy sus hijos tienen 5 y 3 años. El deseo de casarse quedó frezado: el Código Civil de España prohíbe el matrimonio entre parientes directos. Por eso luchan.