Con texto de la dramaturga Cynthia Edul e interpretación de Pilar Gamboa, la poeta Alejandra Pizarnik inaugura la impronta local del ciclo "La biblioteca sonora de las mujeres", inciativa que recupera y visibiliza la obra de alguna escritora o pensadora ya muerta pero cuya obra sigue activa a resignificaciones, más en épocas donde los feminismos proponen revisar la administración de nombres, obras y autores en el canon patriarcal.

Y allí están están ellas, como tantas otras invisibilizadas o colocadas en segundo lugar para no alterar los principios de la dominación masculina: escritoras fundamentales con obras en las que su identidad de género no funciona como lectura biologicista sino como enunciación desde un cuerpo que por su opresión histórica observa y escribe el mundo desde una perspectiva disidente, incómoda, íntima.

Edul empezó a trabajar con la voz de la poeta "sabiendo que ella siempre hacía mención a sensaciones que la ligaban con zonas inefables (el origen de su dolor, sus antepasados, el origen de su ´Angst´, como lo llamaba ella). La puerta a eso la encontré en los Diarios y en su Correspondencia. Ahí se me hicieron más visibles estos temas recurrentes, a lo largo de toda su vida, muy ligados también a la razón de escribir y al ser escritora".

Se refiere a "la persistencia del dolor, la escritura como un camino de acceso a la verdad, las zonas de conexión con les otres, la dimensión arcaica de la familia, la percepción del puro presente (la luz, los pájaros, los árboles), esa inmanencia entre el adentro y el afuera, son temas que se pueden recorrer a lo largo de todos sus Diarios. Pensé que Alejandra volvía por un rato a una de las habitaciones en las que había vivido y encontraba los Diarios, conservados por sus amigas. Esos Diarios son una puerta de acceso a su vida. Pero también la quería sacar de ese lugar tan duro en el que se la conservó como poeta (el suicidio, sus frustraciones) y que el monólogo fuera un pasaje a lo que ella persiguió toda su vida, que era esa pura conexión con lo evanescente".

Del otro lado del tubo la que "habla" es la autora del relato "La condesa sangrienta" pero la que interpreta es Pilar Gamboa. La actriz destaca de este papel y del proyecto "la posibilidad de volver a una llamada telefónica y a la palabra como conductor absoluto de las sensaciones y al sonido" y señala que se trata de una experiencia "muy gratificante" porque vuelve "a lo simple de la voz en el teléfono. De atender y que haya palabras para ser oídas y nada más que eso. Me parece que es casi como un haiku de emoción, un texto corto y precioso para ser escuchado".

Edul no cree que haya sido colocada "exclusivamente" como lectura iniciática pero sí que fue encasillada como "la poeta maldita, la poeta de culto. Y Pizarnik era mucho más de lo que la cultura de su época y de esta época puede leer en ella. Era una poeta de avanzada, de avanzada en el sentido del compromiso con la literatura, del lugar en el que tenía a la literatura. Muy pocos escritores tienen a la literatura colocada en el lugar en el que Pizarnik la tenía. Ese compromiso diario, de trabajo, de estar presente en otros poetas y escritores, de sentir que se le juega algo fuerte en su hacer, es muy poco frecuente", piensa.

En este sentido, Edul sostiene que "fue más fácil encasillarla para que ese espejo no nos hiciera muchas preguntas" y asegura que "Pizarnik fue una víctima de su época en todos los sentidos. Era un campo cultural extremadamente conservador y cómodo para semejante poeta. Revisitarla hoy es leerla por fuera de esas etiquetas que la limitaron y ponerse frente a los desafíos que supusieron su vida y su obra".