El modelo neoliberal con características inéditas que pretende afianzar el gobierno nacional actual en un país periférico como el nuestro, no considera necesaria una política pública sólida en ciencia y tecnología.

Más allá de que nos movilicemos y escandalicemos sectorizadamente a causa de los enormes retrocesos educativos, sociales, laborales y económicos que está implementando el gobierno mileista -y que pretende profundizar con la plena vigencia del DNU-; no son ni las ciencias básicas, ni las investigaciones en ciencias sociales, ni las becas doctorales/posdoctorales, ni los ingresos a carrera de investigación o las promociones del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) -que fueron suspendidas- la discusión central.

El llamado “cientificidio”, ya lo conocemos, nos hará perder miles de profesionales formados mediante la fuga de cerebros. Aún no hemos podido recuperarnos del brutal ataque a las políticas científicas del gobierno de Mauricio Macri y nos llega otro experimento para asesinar de una vez por todas el sistema científico-tecnológico nacional, una forma más para entregar una porción de nuestra soberanía.  

Argentina se destaca internacionalmente en términos científicos-tecnológicos, muestra talento y mérito. Vaciar CONICET es equivalente a eliminar la Selección Nacional de fútbol. Sin embargo, ni la ciencia es “la” vaca sagrada”, ni tampoco hay vacas sagradas dentro de éste ámbito. Tampoco quienes pertenecemos a CONICET estamos primeros en la fila de lo no “ajustable” por haber obtenido nuestros lugares luego de arduos concursos y preparaciones que llegan a dos lustros de estudios académicos.

Lo que verdaderamente está en juego hoy es el modelo de desarrollo que busca el crecimiento mediante el fortalecimiento industrial y la innovación vs. el modelo de ajuste ortodoxo donde la especulación financiera predomina.

Hemos observado en reiterados momentos históricos que en nuestro país los grupos económicos privados no invierten en I+D, por ello no demandan investigadores. La inversión privada en I+D está notablemente ausente en Argentina. En este contexto, es el Estado quien debe financiar programas para integrar a las y los científicos o ingenieros en pymes que carecen de capacidad para invertir en I+D, especialmente si el objetivo es mejorar la competitividad económica.

Inversión en I+D ejecutada por el sector empresarial en países seleccionados, como porcentaje del PBI. Año 2021. 
Fuente: Elaborado por Hurtado Diego OCDE y RICyT.
Inversión en I+D ejecutada por el sector empresarial en países seleccionados, como porcentaje del PBI. Año 2021. Fuente: Elaborado por Hurtado Diego OCDE y RICyT.

Urge discutir un régimen de incentivo a las grandes inversiones que agreguen valor y transfieran tecnología. Pero seamos honestos intelectualmente, la inversión en investigación y desarrollo (I+D) depende de un proyecto de desarrollo nacional con consensos políticos a largo plazo. Eso hoy no está. La propuesta es: reprimarizar la economía, condenarnos al extractivismo y dolarizar. Por eso, hacia donde vamos -o nos quieren llevar- no necesitamos ciencia.

*Abogada y