Puede parecer raro, pero es completamente real. Más de 1.000 monjas, casi un ejército de servidoras de Dios, transformadas en prostitutas y con trabajos en burdeles de todo el mundo.

Esta es la base de una iniciativa llamada Talitha Kum, que nació en 2004 de la mano de un banquero y filántropo, John Studzinski, y cuyo objetivo es liberar a miles de mujeres de la explotación sexual. La idea comenzó con algunas redes regionales en algunas ciudades y hoy en día está en todo el mundo. En Argentina, la Red Kawsay se fundó en 2010.

Casi 1.100 hermanas religiosas trabajan en burdeles de 80 países alrededor del mundo. Ataviadas completamente como si fueran prostitutas, infiltradas en las redes como si fueran parte de la cadena, consiguen combatir la trata de personas.

Según declaraciones de Studzinski, “optaron por abandonar sus hábitos para infiltrarse en burdeles porque ya no confían en gobiernos, empresas, policías ni en el clero masculino de los países donde actúan”.

Además, el ejecutivo contó historias atroces sobre el trato por el que pasan las víctimas: “Algunas son encerradas días sin comer u obligadas a comer sus propias heces si no cumplen con los 12 clientes diarios que les exigen sus explotadores”.