Luego del boom que lo hiciera el más vendido en 2013 y ahora recién salida del horno su versión definitiva y aumentada, Rosarioplus.com quiso conocer los entretelones del libro Encuentros (El lado B del amor) (2013), del reconocido psicoanalista porteño, Gabriel Rolón. Las causas que impulsaron al autor a tener algo más para decir sobre las relaciones de pareja tratadas en el consultorio. Esa mirada desde la distancia luego del éxito en ventas.

Sucede que desde el 2007, el analista asombra al público lector con sus libros en una búsqueda de “mostrar lo que en realidad hacemos en ese ámbito maravilloso que es la sesión analítica”. Diez años después, con igual lucidez y simpleza para narrar historias de amor analizadas en el consultorio, y seguramente con algo más de saber en la práctica clínica, Rolón sigue escribiendo en su “lugar creativo en el que canalizar los efectos de tanta soledad de los logros silenciosos" de sus pacientes. Y a los fracasos, por su puesto.

Con la promesa de una segunda novela y el lanzamiento de una película basada en su primera, Los Padecientes (a poco de estrenar, con la China Suárez y a Benjamín Vicuña), Rolón mantiene en los lectores eso que impulsa a la propia vida que nos diferencia de los animales, el deseo.

En esta entrevista, algunos puntos álgidos y otros candentes de los capítulos que rodean a su análisis del amor, “esa búsqueda de completitud en el otro, sensación engañosa y sentimiento verdadero” a su vez. Para prestar el oído y abrir la conciencia.

-Encuentros (El lado B del amor) se enmarca en una serie de charlas de café a modo de talleres en los cuales desglosaba a través de ejemplos de casos, pero también cuentos, mitos y anécdotas, para analizar los conceptos claves del psicoanálisis en torno a esta inconmensurable palabra que es ‘el amor’. ¿Con esta reedición sentía la necesidad de incluir todos los conceptos que quedaron fuera en la primera edición, surgieron nuevos, ó más bien sintió un giro en su percepción sobre cada concepto?

-El deseo fue profundizar los conceptos anteriores, ir más al hueso, y en esa búsqueda, por supuesto, se abrió la posibilidad de sumar algunas cosas que habían quedado afuera en la versión inicial. Por eso quienes ya lo hayan leído encontrarán cada tema mucho más desarrollado y, además, dos capítulos más. Un capítulo dedicado a la dificultad de comunicar, de hacerse entender y el malentendido que genera la palabra, recorriendo la diferencia entre la necesidad, la demanda y el deseo, sumado a un caso clínico que habla de la dificultad que los prejuicios pueden imponerle al amor.

Sobre su decisión de titularlo “el lado B” ¿tiene que ver con el subtexto, lo no dicho en la mirada convencional hacia las relaciones de pareja de la actualidad? ¿O tiene relación con su cuestionar de los lugares comunes del amor?

-Un poco de ambos. Los tópicos acerca del amor – aquel que todo lo puede, que es maravilloso, que es un vínculo que nos completa por ejemplo- han influido en la manera en que las personas se relacionan en ese vínculo tan potente de la pareja. Apoyados en esas ideas erróneas, le pedimos al otro que nos dé lo que no puede y que haga lo que en realidad es imposible. Desde este lugar aparecen las patologías que rodean al amor: los celos, la posesión, la violencia y la depresión. Por eso consideré importante arremeter contra ese Lado A que sostiene un amor ideal e impide la construcción de uno real.

-Justamente es recurrente su aclaración la idea de que “el amor completa” es errada, porque si llegara a completar al sujeto, el deseo muere inmediatamente, y a nivel más general incluso en un momento plantea que “vivir es aceptar la falta y sobreponerse a lo perdido”. En cambio, echa por tierra la idea de “amor destinal”, explica que un amor se da por predeterminación inconsciente, “elegimos lo impuesto, queremos lo inevitable”. Es una afirmación probable, pero deja entrever una especie de programación previa del inconsciente, algo desde la constitución del primer día del sujeto. ¿No es una visión poco esperanzadora para aquel sujeto que desee cambiar de patrón?

-Puede ser, pero la considero necesaria si es que queremos construir un vínculo sano. Comprender los condicionamientos que nos hacen elegir como lo hacemos es fundamental para ese sujeto que, como decís, quiera cambiar su patrón de elección. Será un camino duro y difícil, pero posible. Y para eso está también el Psicoanálisis. Para ayudar a que alguien escape de muchos de los condicionamientos inconscientes que lo mantienen aferrado al dolor.

-Recordamos que su libro fue el más vendido del año en que fue publicado (2012) con más de 150 mil copias ¿qué fibra íntima considera que logró tocar? ¿Qué espera generar en esta nueva edición con el público nuevo y los lectores que vuelvan a esta edición definitiva?

-Encuentros aborda uno de los dos grandes enigmas que desvelan a la humanidad: el amor. Un tema sobre el que todos hablamos pero acerca del que nadie tiene una respuesta absoluta. No hay un saber posible y universal acerca del sexo y el amor. Por eso, desde El Banquete de Platón, y mucho antes por supuesto, se escribe y se piensa en él. ¿Por qué otra cosa haríamos lo que hacemos si no fuera por amor? Amor a un hombre o una mujer, a una vocación, a un trabajo, a un amigo, no importa. Pero el tema siempre es el amor. Creo que por eso el libro caló tan hondo en el interés de los lectores. Y ojalá encuentren en esta nueva versión una vuelta más para seguir pensando.

-Este año se cumplirán 10 años de la publicación de su primer libro de psicoanálisis Historias de diván, el cual tuvo tal difusión que inspiró una serie de tv y una obra teatral. Es un ciclo entero del comienzo de su carrera en la escritura. ¿Cuál fue el impulso que lo llevó a escribir psicoanálisis para desconocedores, desde este libro y en los subsiguientes?

-Era aquel un momento difícil para el Psicoanálisis. Las revistas sacaban notas comparando a Freud con Osho. Casi no se hablaba de análisis sino de terapia y el Libro negro del psicoanálisis, (N de R: crítica extrema a dicha ciencia), hacía furor. Se nos quería presentar como una técnica pasada de moda, elitista y alejada de lo que le pasa a la gente, y sentí la necesidad de decir algo sobre eso.Cada día me levanto en Buenos Aires, y voy al consultorio a ver pacientes que viven con sueldos argentinos, miedos argentinos y en tantos años tuve la fortuna de ayudar a muchos de ellos a atravesar su dolor.Me decidí entonces a mostrar lo que en realidad hacemos en ese ámbito maravilloso que es la sesión analítica. Y creo que algo pude aportar a esta teoría a la que tanto le debo, como profesional pero también como paciente.

-Sobre esto de escribir el psicoanálisis: ¿Existe en la profesión del psicoanalista una pulsión (o un término más idóneo) de compartir los relatos después de tantos casos trabajados, y quizás la escritura es la forma más ética o respetuosa de hacerlo?

-El analista enfrenta un enorme desafío y debe aceptar que nuestros fracasos serán muy ruidosos y los éxitos mudos. Por ejemplo, si un paciente intenta suicidarse vendrá la familia, algún abogado y podrás verte inmerso en un clima hostil. En cambio, cuando alguien cambia su manera patológica de relacionarse, se enamora sanamente, construye una familia y obtiene un trabajo, te alegrás en la soledad del consultorio. En mi caso la escritura me permitió compartir ambas cosas. Mis libros no cuentan sólo victorias, sino muchos reveses. Algunos hacen música, pintan o bailan. Pero creo que todo analista debe tener un lugar creativo en el que canalizar los efectos de tanta soledad.

-Para cerrar la entrevista ¿Podemos conocer si existe en carpeta un nuevo libro de Gabriel Rolón para el año que comienza?

-Sí, estoy escribiendo mi segunda novela. Este es un año particular para mí, porque se estrena la película Los Padecientes, (N de R: basada en su primera novela escrita, publicada en 2010 en varios países) y ha sido una motivación fuerte para arremeter un libro, la segunda novela, que lleva años comenzado y que nunca terminé.