Cada 8 de diciembre comienza a vivirse con fuerza la previa de la Navidad. La jornada se destina al armado del arbolito y demás preparativos aprovechando que no hay que ir a trabajar. Es una de las fechas más tradicionales, pero pocos saben a qué se debe el feriado y si bien para casi todos es sinónimo de fiesta y relax, lo cierto es que se trata de uno de los momentos más espirituales del calendario católico. Es el Día de la Inmaculada Concepción, también conocido como Purísima Concepción.

Esta creencia de la religión católica declara que la Virgen María, madre de Jesús, a diferencia de los demás seres humanos, no fue alcanzada por el pecado original, ese que les costó a Adán y Eva la expulsión del Paraíso, por lo que desde el primer instante de su concepción estuvo libre de toda culpa. Todo el resto de los mortales, para la religión católica, son portadores de ese pecado, por eso se bautiza a los recién nacidos como modo de expiación.

La proclamación de María como libre de pecado la realizó el Papa Pío IX, el 8 de diciembre de 1954 y desde esa fecha se celebra en distintos territorios que adhieren a la doctrina católica. Si bien el Estado argentino se ha ido separando de este culto, aún conserva esta y muchas otras tradiciones propias del cristianismo, esta es la razón por la que el viernes no se trabaja, se arme o no el arbolito.