La misión, por estas horas, a cuatro días del casamiento de Lionel y Antonella, pasa por dejar todo lo "más lindo posible". "Nuestra tarea es arreglar y dejar el mobiliario público lo más prolijo posible", dice un operario municipal que este lunes por la mañana pintaba un cesto de basura ubicado frente al complejo City Center, por calle Batlle Ordoñez. Los trabajos incluyen la mejora de los espacios verdes y el control de todas las torres de luz.

Pero en esa pulcra postal que se intenta mostrar sobre "el evento del año" de cara a los flashes internacionales, hay lugareños que parecen estorbar. Eso, al menos, es lo que denuncia el grupo de trapitos que desde hace más de ocho años se gana la vida limpiando vidrios en la rotonda del casino.

Ni bien ven una cámara de fotos y una libreta de periodista, los cinco trapitos del semáforo más próximo al casino piden ser escuchados. Felipe, el más viejo del grupo, le pone voz al reclamo. Denuncia que los gendarmes les avisaron que "a partir del miércoles y hasta el lunes" van a tener que irse de la rotonda. Les explicaron que es por una cuestión de "seguridad", ya que no puede haber gente "deambulando" en un corredor que va a ser utilizado para el ingreso y egreso de los autos. 

Sin embargo, Felipe explica que los "echan" porque son una "mala imagen" para el casamiento. Detrás suyo, Ramón, Sergio, Oscar y Jonathan asienten con la cabeza. El más chico del grupo cuenta que algo similar ocurrió hace dos años con la llegada del Dakar a la ciudad. En aquella oportunidad, impidieron el traslado con un piquete en la puerta del casino. Pero ahora les adelantaron que se van a tener que ir "sí o sí".   

Entonces, lo que en un principio parecía la oportunidad ideal de estar "cerca" de un evento que atrae las miradas de todo el planeta, se transformó en una "preocupación" por quedarse sin "las changas" con las que compran un plato de comida. "A Messi lo queremos, es un grande, pero su fiesta nos va a dejar sin trabajar", coinciden. 

Felipe aclara que son varias las familias que dependen del dinero que juntan a voluntad por limpiar los vidrios. Dice que la cosa está "muy chunga" como para no llevar plata a los hogares durante seis días. "No estamos acá por diversión, es nuestra forma de ganarnos la vida. No molestamos a nadie. No hay otros trabajos para nosotros", afirma.

Una solución, plantea el hombre, es que el casino o el municipio les den un resarcimiento, "algunos pesos" que compensen el alejamiento forzado. Felipe nombra al gerente del City Center con nombre y apellido. Le pide que intervenga, que "haga algo" para evitar el conflicto en puerta. 

La luz del semáforo se pone en rojo. Los trapitos agradecen la charla, agarran sus palos, los mojan en los baldes y encaran hacia los automovilistas.Tienen dos días de changas aseguradas, hasta que lleguen Messi, Antonella y compañia.