Estudios científicos comprobaron que tomar mate no repercute negativamente en la salud de los huesos, pero tampoco tiene un impacto positivo. Lo que busca un grupo de investigadores locales es que, precisamente, la yerba tenga un efecto bueno en el esqueleto. Lucas Brun y su equipo de investigadores, de Conicet y UNR, se encuentran por estos días enfocados en ese objetivo. Si se obtuviera una yerba más nutritiva sería un importante aporte para la Argentina, segundo país del mundo donde más se consume yerba, después de Uruguay.

¿Cómo surgió la idea de una yerba nutritiva? A fines de 2014, una publicación de Fernando Saraví, de la Universidad Nacional de Cuyo, llamó la atención del investigador Brun: el estudio revelaba que el consumo de mate beneficiaría los huesos en mujeres posmenopáusicas. “Cuando leí ese trabajo me sorprendí porque la yerba mate tiene cafeína y está comprobado que la cafeína es perjudicial para los huesos. Entonces decidí encarar una investigación para evaluar de manera integral qué efecto tenía la yerba mate en los huesos”, precisó el experto.

El proyecto contempló una fase en la cual Brun junto a su grupo administraron a animales de experimentación una infusión de yerba mate preparada en condiciones similares a las que se acostumbra tomar mate. “Luego evaluamos la densidad mineral ósea, la morfología del hueso, la cantidad de tejido óseo trabecular, si estaban más conectadas o más separadas entre sí, la fuerza de fractura. No sólo quisimos conocer cuánto calcio había dentro de un hueso, sino que abarcamos parámetros funcionales y de calidad ósea. Encontramos algo parecido a lo que había hallado el doctor Saraví: que la densidad mineral ósea y la cantidad de trabéculas dentro del hueso era mayor en aquellos animales que recibieron infusión de yerba mate. Sin embargo, esto no lograba repercutir en mejorar al hueso a nivel funcional”, planteó Brun.

Además de la cafeína, la yerba mate tiene polifenoles, que son componentes con conocidos efectos positivos en el hueso, entonces el mate estaría haciendo una especie de equilibrio entre los alimentos ricos en polifenoles, como el té o los arándanos, y el café del otro lado”, analizó. Los polifenoles no tienen solo efectos positivos en los huesos: “También son beneficiosos para bajar el colesterol o los triglicéridos y también está demostrado que ayudan a la disminución del peso corporal, que son antifúngicos y antinflamatorios”, enumeró.

Los seres humanos consumen mucho menos calcio de lo que el cuerpo necesita. La conclusión de la investigación es que con el sólo hecho de ingerir el calcio que se debería, no se manifiesta el efecto positivo de la yerba mate. “Lo importante es que tampoco hay consecuencias negativas, que uno podría sospechar, por la concentración de cafeína”, subrayó el científico.

La investigación recibió financiamiento del Instituto Nacional de la Yerba Mate y evalúa 10 marcas comerciales en Argentina que abarcan el 80% del mercado de la yerba mate. “Al estudio incorporé además algunas marcas que quería analizar, por ejemplo una línea que en lugar de estar compuesta por Ilex paraguaiensis, como la mayoría, tiene Ilex dumosa, y en la publicidad se destaca que tiene bajo contenido de cafeína”, contó Brun.

El grupo de investigación realizó una evaluación de todos los componentes de la yerba mate que pueden tener efectos sobre el hueso, como el calcio, el fósforo, el flúor, los polifenoles y la cafeína, para conocer cuáles son los parámetros normales de las infusiones de yerba mate y empezar los estudios pronto. Una vez terminada la evaluación comenzará a analizar el efecto de los componentes de la yerba mate sobre las células óseas. “El objetivo es dar con la cantidad de polifenoles que se necesita agregar para que la yerba mate tenga finalmente un efecto positivo, y de esa manera generar un alimento funcional”.

Independientemente de los recursos económicos que tengan, miles de argentinos toman mate a diario, entonces Brun plantea que “si uno puede a través de la yerba mate lograr mejorar una cierta condición desde el punto de vista óseo, es muy interesante. Además, no costaría trabajo que la gente lo incorpore porque ya lo tiene incorporado”, analizó.

Además de Brun, participan del grupo las becarias posdoctorales de Conicet María Lorena Brance y Mercedes Lombarte, las médicas María Cielo Maher y Verónica Di Loreto (UNR), y el investigador independiente del Conicet Alfredo Rigalli, y las estudiantes Laureana Villareal (de Biotecnología) y Alexia Cornejo (de Medicina).