En un escenario marcado por la creciente tensión con Corea del Norte, las fuerzas armadas de Estados Unidos y Corea del Sur iniciaron ejercicios militares en la península coreana, en una jornada en la que Washington endureció su postura y descartó de plano cualquier negociación con el gobierno de Kim Jong-un.   

En rigor, en los ejercicios de defensa aérea participan más de 100 aviones de combate estadounidenses y surcoreanos, y unos 1.200 soldados orientados a "abrumar al enemigo" y diseñado para "responder a cualquier forma de provocación en cualquier momento y lugar".

Las maniobras, llamadas "Max Thunder", durarán dos semanas y concluirán casi en paralelo a otra serie de acciones conjuntas, que comenzaron hace un mes y medio, que implicaron la realización de ejercicios de tierra, mar y aire.   

En coincidencia con estos movimientos militares, el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, descartó cualquier posibilidad de negociar directamente con Kim: “La única cosa que necesitamos oír de Corea del Norte es que terminan y finalmente desmantelan su programa de armas nucleares y misiles balísticos".

Pyongyang, la capital norcoreana, destacó la "mentalidad sofisticada para fomentar la guerra" de Estados Unidos, un país que, dice, habla de amenazas nucleares y de misiles mientras actúa de esa manera, y acusó a Seúl de seguir las demandas de Washington y "jugar al juego de la confrontación".

Durante la campaña electoral que lo llevó a la presidencia, Trump había manifestado su disposición a conversar con Kim, pero la tensión entre los dos países ha aumentado después de que Pyongyang lanzara un misil al Mar del Japón el pasado 5 de abril.

Días después del ensayo norcoreano, el presidente estadounidense se involucró en un cruce verbal con Pyongyang que desembocó en el anuncio del envío del portaaviones Carl Vinson y su grupo de ataque, que incluye dos destructores, a esa región.