Nació en Venado Tuerto hace poco más de 49 años, pero dice tener sus “raíces” en la Cuna de la Bandera. Militante de la Unión Cívica Radical “desde los 14 años”, vivió una vida ligada a la política desde incluso antes del regreso de la Democracia. Pero hay algo más: supo competir en un deporte raro y es profesora de danza folklórica.

Daniela León es concejala de Rosario desde hace 20 años y busca renovar un periodo más. Muchas de las cosas que le pasaron a León están ligadas a la vida de su papá, Juan Carlos León. Cuando Daniela tenía apenas 4 años, toda su familia debió mudarse a Villa Cañás porque su padre, bioquímico, consiguió trabajo en varios pueblos de la zona. También siguiendo a su papá se involucró en la campaña presidencial de 1983, donde pudo conocer personalmente a Raúl Alfonsín.

En 1986, Juan Carlos fue designado rector normalizador de la Facultad de Ciencias Bioquímicas de la Universidad Nacional de Rosario. Armó su valija y dejó Villa Cañás. Y, una vez más, Daniela lo siguió. Ingresó a la flamante carrera de Comunicación Social de la Facultad de Ciencia Política. Allí acentuó su vocación política sumándose a las filas de la Franja Morada, pero asegura que nunca abandonó la militancia partidaria y social.

En una época de ebullición en los claustros universitarios, Daniela fue directora de Comunicaciones de la UNR apenas a los 21 años, y años más tarde directora organizadora de Radio Universidad, donde le “tocó pelear por el dial con algunas FM”. Ya en 1997, con 29 años, se convirtió en concejala de la ciudad, donde permanece desde hace cinco periodos. Incluso, en los últimos dos años preside el Legislativo.

León dice que cuando la política le deja un respiro, disfruta de estar con su hija: “Es un placer acompañarla, leer libros juntas, ir a pasear por la costanera, viajar”. También le gusta leer y ver series, “pero más el cine”, aunque lamenta que en esta época de campaña “no se puede” ir a ver una peli.

Aunque no hace deportes, supo competir en un deporte no muy masivo: pelota al cesto. También hizo atletismo, pero por sobre todas las cosas, dice que le gusta bailar. Es más, de su vida en Villa Cañás le quedó un título: es profesora de folklore argentino. “Fui a bailar varias veces a Cosquín y competí en los festivales”, recuerda. Además, es la madrina del grupo de folklore Atahualpa de Rosario, el primero de la Argentina con chicos con síndrome de Down.

Dice que es leprosa, pero no “fanática”. “Mi viejo lo era, nos hacía marchar alrededor de la mesa cantando la marchita de Newell`s”, recuerda. “Íbamos siempre a la cancha, pero ahora tengo la pasión puesta en la política”, dice. Quizás es la única pasión herencia de su padre que no continuó.