El asado está caro y cuando se tiene una tira al alcance de la mano la tentación es grande. El problema es que nunca falta un compañero que se toma demasiado al pie de la letra su función cuando la ocasión se le presenta fácil y lo delata como si se tratara de un millonario desfalco, una maniobra de lavado de dinero o evasión de impuestos. No, apenas un poco de carne para la cena. 

Un empleado del frigorífico Mattievich, en zona sur, salió ayer de trabajar como cualquier día, hasta que el vigilador del acceso lo interceptó y procedió a revisarle las pertenencias. La policía dijo que el trabajador, de 23 años, "se retiraba de manera sospechosa", pero ya se sabe que en ese oficio de vigilante cualquier fulano parece asumir una actitud sospechosa. Sospechoso sería si el muchacho saliera dando tumba carnera, caminando hacia atrás o hablando en japonés. Pero no, ahí estaba el vigilador para escupir el asado del humilde matarife.

El encargado de seguridad notó en la requisa que el trabajador ocultaba algo, hasta que entonces éste mostró que en el casco de su moto ocultaba una bolsa con carne.

El guardia denunció al trabajador, que marchó detenido a la comisaría 11ª, del barrio Saladillo y se cargó una causa penal por hurto.