Pocos veinteañeros en Rosario pueden decir que nunca trabajaron en un call center. De hecho, las empresas de venta telefónica crecen año a año a costa del sacrificio de sus empleados, habitualmente inexpertos que festejan convertirse en telemarketers a cambio de unos pesos que los ayuden en el día a día. Muchos dejan la salud (literalmente) y caen en una rueda de la que es difícil de salir. Para colmo, parece no haber cambios a la vista si los propios trabajadores no dejan el temor de perder el puesto y se organizan para buscar una solución de fondo.

Virginia Grisolía, referente del Frente de Izquierda en Rosario, trabaja en un call center. Lleva dos años en la misma empresa y es su tercera experiencia como telemarketer. Un caso bastante particular, según dijo. Es que muchos apenas subsisten en el puesto los tres meses que establece el primer contrato. Luego son librados a su suerte y su futuro, generalmente, está en otro call.

“Rosario es una de las ciudades del país con más trabajo basura para la juventud. Hay jóvenes dispuestos a hacer esos trabajos y se termina haciendo una rueda de la que es difícil salir. Con alto nivel de desocupación en la ciudad, éste es un trabajo de los pocos a los que se puede entrar”, apuntó a Rosarioplus.com la ex candidata a concejala.

Aunque para muchos el trabajo como telemarketer significa la única forma de generar un ingreso (abundan las madres solteras), pocos son felices en un call center. El estrés que allí se genera es incuestionable y las licencia psiquiátricas una constante. “En estos lugares no se puede trabajar más de seis horas porque afecta a la salud. Vivís con el estrés de estar a prueba constantemente. La presión es grande y tu sueldo depende de lo que vendas porque el básico es muy bajo”, agregó Grisolía.

En otro sindicato

Por lo bajo, los telemarketers opinan que deberían pertenecer al gremio de Telefónicos y no a Empleados de Comercio, como sucede. Según dicen, actualmente no disponen de muchos beneficios que les corresponderían en caso de mudarse de sindicato. Sin embargo, nunca se hizo una gestión formal, tal vez por el temor de perder el trabajo en caso de una movida que pueda alborotar a los empresarios.  

“La solución depende de la organización de los trabajadores de call center. Eso es clave para cambiar. De raíz, los gobiernos no hicieron nada para modificar la ley laboral sabiendo cómo es la situación”, opinó Grisolía.

En el pasado, telemarketers consiguieron algunas victorias unidos en asamblea pero el hecho de sentirse “desechables” por la baja indemnización que les corresponde los mantiene serenos, lejos de generar conflictos.

Mala salud

Los testimonios coinciden y Grisolía no disiente: “Es un trabajo que te seca la cabeza. Trae problemas de garganta, oído, vista, cintura. No se comprende. Hay muchas licencias psiquiátricas, abundan entre los telemarketers”.

Las condiciones en las que trabajan “parecen del feudalismo”, agregó la ex candidata a concejala por el FIT. Los casos de sarna denunciados en un par de empresas de la ciudad, son una muestra clara.