Bares, locales de campaña, hoteles, centrales gremiales, salones de fiesta. Así como hubo variedad de candidatos en estas elecciones internas en la provincia, también hubo diversidad a la hora de elegir los espacios que funcionan ya por estas horas como centros de cómputos. En algo, sin embargo, coincidían los tradicionales "bunkers" políticos: todos lucían, cerca de las 19.30, bastante vacíos. La escena se repetía acá y allá. Algunos militantes, algunos banners con imágenes de candidatos. Un escenario aún sin figuras. Mucha expectativa por la llegada de fiscales, muchas dudas sobre las tendencias iniciales. Y mozos sirviendo café. Y algún otro bocado.

Apenas unas vallas austeras hacían notar que en La Fluvial se habían instalado los socialistas a la espera de tendencias que indicaran cómo iban sus candidatos. Sin embargo, se podía anticipar: ese salón de fiestas había sido elegido por ese partido hace dos años, en las últimas elecciones. A las 19.30 rondaban por ese espacio la diputada nacional Alicia Ciciliani, los concejales Horario Ghirardi y Enrique Estevez, también el ministro Maximiliano Pullaro. No había mucha gente, pero esperaban unas 200 personas. Se ofrecían té, café y bocaditos dulces. Más tarde, se esperaban gaseosa, agua y bocaditos calientes. No, alcohol no. Al menos para la prensa, que empezaba a llegar. Sí se podía pedir alcohol en el VIP, ubicado arriba, pero solo para un grupo reducido de personalidades políticas. 

A unas 40 cuadras de allí, en Nómade, se comenzaban a reunir los seguidores de las listas Sumemos por Rosario y Sumemos por Santa Fe, "enemigos" de los socialistas en las Paso. En ese espacio cultural también estaba todo tranquilo. María Eugenia Schmuck y Sebastián Chale ya pululaban entre los militantes, también estaba el radical Nicolás Gianelloni, secretario de Producción del municipio. Llegaban cada tanto algunos fiscales, pero todavía no tenían números. En el bar ofrecían agua o café, pero aún ningún sólido. Algunos miraban en el escenario la pantalla gigante que proyectaba la transmisión en vivo de un canal local. 

Felices estaban los periodistas asignados al centro de cómputos de Alejandra Rodenas, en la CGT de calle Córdoba frente a la Facultad de Derecho. En ese lugar los sandwichitos llegaron temprano y había también empanadas. Había mesitas especialmente dispuestas para la prensa, pero estaba todo bastante tranquilo. El equipo de la precandidata estaba a pleno trabajando, pero no trascendían tendencias.

En el centro de cómputos de Carlos Del Frade, un local partidario ubicado en San Lorenzo al 1400, los felices eran los niños: había un pelotero. Eran casi las 20 y todavía no ofrecían comida pero había mate dando vueltas. Para los ansiosos que ya preguntaban, anticipaban pronta llegada de choripanes. Fiel a su estilo, el precandidato a diputado por el Frente Social y Popular contó votos de sus mesas testigo a la vista de todos y, según sus números, aseguraba que Cambiemos llevaba ventaja. 

En la Casa de la Corriente Nacional de la Militancia, de Maipú al 1100, cerca de las ocho de la noche, ya se encontraban el precandidato a diputado nacional Agustín Rossi, los diputados Eduardo Seminara y Marcos Cleri, y la precandidata a concejala Norma López. Los medios también se instalaron desde temprano, en un espacio con wi fi en donde les servían bebidas y saladitos. En otra sala, cerrada, se encontraban referentes del partido, que salían cada tanto con algún dato para la prensa. Muchas imágenes de Cristina Kirchner se venian en el local, además adornado con carteles que destacaban sus logros durante el tiempo que fue presidenta.  Se esperaba que en poco tiempo llegaran más militantes. 

En tanto que en el Plaza Real se había organizado el bunker de Anita Martínez. En el primer piso del elegante hotel de calle Santa Fe y España estaba listas las sillas, las cámaras y la mesa con micrófono y copas de agua. Pero cerca de las 20 no había mucha gente. Una mesa con jugo de naranja y masas secas invitaba a pasar el rato a quienes estaban esperando a la candidata y a su equipo de campaña. Un comentario repetido entre los asistentes: no había globos, elementos habitualmente presentes en los bunkers de Cambiemos.

El local partidario del Pro a nivel local, de San Lorenzo y Laprida, era la sede de campaña y bunker de Roy López Molina. Allí militantes y periodistas compartían el espacio, todos expectantes por tendencias. Había unos puff y abundante catering.

El coqueto bar Lupita, de Ricchieri al 100, era el lugar de encuentro del equipo de Jorge Boasso. Si bien habitualmente sirve comida mexicana, este domingo lo que se veía en el entrepiso del restaurante cerca de las 20 era al equipo de campaña del mediático concejal trabajando en sus computadoras con abundantes galletitas de salvado en sus inmediaciones. No había catering, al menos temprano. Algunos periodistas esperaban novedades, pero hasta las 21, Boasso no había llegado. Abajo, en tanto, el bar funcionaba normalmente, ajeno a todo. 

Distrito Siete, el proyecto cultural de Ciudad Futura en Ovidio Lagos y Córdoba, fue el espacio lógicamente elegido por esa fuerza como centro de cómputos. En este caso, no faltaba nada, claro. Ni comida ni bebida. Tampoco faltaban militantes, que coparon el espacio desde temprano y compartían el lugar con periodistas ávidos de información.