Este “cuento del tío” es conocido por la mayoría de los argentinos, pero siempre hay nuevas víctimas que siguen cayendo y lo mantienen vigente.

Esta vez, una vecina del centro rosarino fue estafada por una mujer que se hizo pasar por su abogada y consiguió sacarle por propio voluntad más de 50 mil dólares.

Según fuentes policiales, el robo ocurrió este lunes por la tarde, cuando la mujer de 92 años, que vive en España y Córdoba, recibió un llamado teléfonico. Al otro lado de la línea, una mujer le hizo creer que ella era su abogada, y la convenció de que una persona de su confianza iba a pasar poco después para buscar sus ahorros y bancarizarlos.

La anciana juntó el dinero (más de 50 mil dólares) y se los entregó a una mujer que se presentó luego en su domicilio. Cuando la supuesta mandadera se fue, la dueña del dinero dejó pasar un momento y telefoneó a su abogada para preguntarle si había recibido el dinero. Pero grande y amarga fue la sorpresa cuando la letrada le aseguró que nunca la había llamado para pedirle tal cosa.

Otro hecho similar, pero más violento, había sido denunciado en junio por una mujer que vive en barrio Arroyito. En aquella ocasión, los estafadores recrearon una farsa para que en ella cayera una anciana de 75 años. Le robaron más de 55 mil dólares y 160 mil pesos pertenecientes a ahorros y seguro de vida cobrado por el fallecimiento de su esposo. Fue a partir de una llamada telefónica y luego una entradera. 

Falso secuestro

En barrio República de la Sexta, ayer trascendió un ardid parecido aunque con un argumento nada amable y bien violento: una vecina de 85 años recibió una llamada en la que unas personas simularon tener secuestrado a su hijo, de 55 años para exigir el pago de un rescate. Según la denuncia asentada en la comisaría 4ª por el hombre que llegó luego para alivio de su madre, una de las voces fingió ser él mismo para rogarle a la señora que obedeciera y entregara la plata porque lo estaban cortando.

La anciana cumplió y depositó en una bolsa de nylon 400.000 pesos junto a un árbol en la esquina de Colón y La Paz. Alguien que vigiló el movimiento de la casa y de la mujer, recogió el dinero y desapareció.