Los políticos no son como los atletas olímpicos. Los primeros, cuando alcanzan una marca (cantidad de votos) se sientan sobre ella y no quieren moverse de ahí. Los segundos, intentan superarla todo el tiempo. Por eso es tan difícil imaginarse a Cristina Fernández de Kirchner candidata en estas elecciones.

La ex presidenta de la Nación obtuvo primero el 46 por ciento de los votos y cuatro años después –para su reelección- el 54 por ciento de los sufragios en todo el país. Hoy es favorita en la provincia de Buenos Aires pero sabe que está muy lejos de esos porcentajes.

El peronismo bonaerense mantiene dos posturas muy claras en torno de la ex presidenta. Unos quieren que sea candidata para tratar de ganarle y pasarla a retiro definitivamente y otros quieren colgarse de su intención de voto para provecho propio. Y Cristina lo sabe muy bien, por eso descartó de plano una interna con Florencio Randazzo. “No me voy a pelear con quien fue ministro mío por ocho años”, sostuvo. En realidad no habría ningún inconveniente en ello, porque no es “pelearse” sino medirse. Pero a eso es a lo que no se puede arriesgar Cristina: no puede perder con Randazzo ni con nadie porque si no tiene que irse a su casa de El Calafate definitivamente. Y si algo está claro es que la ex presidenta no tiene ni pensado un posible retiro. Si no compite, sigue sentada en su 54 por ciento y desde ahí puede seguir influyendo en el juego como claramente lo hace en estos momentos.

En este punto hay que decir que es la primera ex presidente desde la recuperación de la democracia que conserva un poder relativo en la escena política, en el que es posible imaginarla disputando una elección a dos años de haber terminado su segundo mandato. Hay que pensar en cómo estaba Raúl Alfonsín a dos años de finalizar –anticipadamente- su mandato; y Carlos Menem después de la década que gobernó la Argentina. Por no mencionar a Fernando De la Rúa.

En el “reportaje” coral que le hicieron los periodistas de C5N (hubiese sido mejor, directamente una charla abierta de la ex mandataria); se ratificaron varias cosas. Primero, que Cristina Fernández de Kirchner es el cuadro político más importante que ha tenido la Argentina en décadas. Segundo, que tiene un intelecto que la pone en otra liga respecto de la media de la política nacional. Y tercero, que sigue sin entender el rol del periodismo y los medios de comunicación como parte fundamental del sistema democrático.

Cristina es académica, cuenta a cada instante la real politik. Identifica los factores de poder, devela los límites de la política. Describe con detalle los planes que excluyen y deterioran a la Argentina. Convence con su noción sofisticada de justicia social, soberanía política e independencia económica. Es una peronista de alta gama. Pero son sus modos los que la traicionan. No es una política coucheada –no permitiría que nadie lo haga- y se presenta tal como es. Las formas la alejan de un importante porcentaje de gente que un día la amó. Otros la siguen amando, pero no son suficientes para reinstaurarla en el centro del poder. Nadie dice que la ex presidenta deba cambiar, Cristina es como es.