A nadie se le escapa que la campaña política está detrás –o en medio- de la disputa de Santa Fe con la Nación por el pago de la deuda de 50 mil millones de pesos, por el fallo de la Corte Suprema que favoreció a la provincia. Pero lejos de ser una situación negativa, es muy bueno que en una campaña política se discutan estos temas que son centrales, en lugar del mundo de sensaciones al que candidatos y partidos tienen sometidos a la mayor parte del electorado de cara a los comicios de octubre. Y es bueno porque en el fondo se discute una situación estructural, se discute federalismo. El debate entre distintos sectores del Estado por fondos es la verdadera discusión por un país más federal.

Y también, es la discusión sobre una determinada gestión: Dime cómo repartes el dinero y te diré qué gobierno eres. Gobernar es distribuir los fondos públicos y por eso el debate parlamentario del presupuesto es un debate central. Es lo más cercano que se puede estar de la discusión por un perfil de país.

A nivel nacional un gobierno que recorta en la financiación de los programas de Agricultura Familiar, ¿qué tipo de gobierno es? Una gestión que toma 20 mil millones de lo que le corresponde al Banco Nación para destinarlo a las rentas generales y servicios de la deuda, ¿a qué perfil político responde? Lo mismo cuando se recorta en Ciencia y Técnica o en salud.

El gobierno de Mauricio Macri no puso en el presupuesto ninguna partida que contemple lo que debe pagarle a Santa Fe sin discusiones (es un fallo de la Corte Suprema), porque en realidad no piensa pagarle al menos por todo el 2018. Sí ante la presión de las autoridades santafesinas y el espacio que el debate ganó en la prensa, distintos funcionarios nacionales tuvieron que hablar del tema y aseguraron que van a honrar sus deudas. También le dieron al gobernador Miguel Lifschitz que tenga paciencia, fe y esperanza. Una auténtica provocación política. Recién después dijeron que a lo mejor iban a pagar una parte en obras públicas. Y ahí está la trampa porque la Nación tiene que hacer obras en Santa Fe de manera obligada como en otras provincias argentinas. Ahí es donde queda claro que no quieren darle el dinero a Santa Fe para que no sea el gobierno provincial el que haga esas obras y las facture desde el punto de vista político. 

Cambiemos tiene una muletilla para estos asuntos y pasa por decir que están trabajando en el tema pero que no se pusieron de acuerdo con la otra parte. La volvieron a usar por el tema de la deuda mencionada y también para justificar por qué no llegaron a Rosario unos 100 millones de pesos de un total de 700 que están destinados a erradicar las viviendas precarias de los terrenos de la ciudad universitaria en la zona de La Siberia. “Queríamos que el dinero llegue, pero no nos pusimos de acuerdo sobre la manera en que vamos a reurbanizar esa zona”, se le escuchó en estos días a un concejal del PRO.

Esto no quita que el socialismo ya tiene un doctorado en cómo sacarse responsabilidades de encima y tratar de obtener rédito de estas disputas. Lo hace con Cambiemos como antes lo hizo con el kirchnerismo. Lo dijo esta semana un funcionario de primera línea del gobierno de Mónica Fein: “El disciplinamiento que hay para Rosario es peor que en la época del kirchnerismo”.