Se cumplen por estos días dos años de Cambiemos en el poder y los calendarios siempre brindan buenas excusas para hacer balances. Las transformaciones económicas encaradas han sido numerosas y de distinto grado de intensidad y profundidad según cada sector o área de la realidad involucrada. En este breve artículo vamos a mirar qué pasó con el sistema energético en estos últimos dos años.

Al asumir la presidencia Macri se encontró con un sector fuertemente subsidiado por una política económica que se había planteado dos objetivos claves: el congelamiento tarifario debía permitir que los hogares se muevan dentro de un sendero creciente de ingreso disponible para consumo y por otro lado, los subsidios otorgados a las petroleras y el control accionario de YPF debían revertir la tendencia de largo plazo de caída de la producción interna de petróleo y gas. Estos dos objetivos fueron alcanzados, pero como contrapartida el peso de los subsidios energéticos fue creciendo dentro del presupuesto de manera muy importante, desde un 2% en 2004, hasta un 10% en 2015.

El gobierno de Cambiemos decidió desandar este camino mediante una política centrada en los tarifazos. Con el aumento de tarifas los hogares pasan a financiar a las empresas y el gobierno puede reducir los subsidios. De este modo, los gastos que anteriormente estaban afectados a subsidiar la energía, se pueden utilizar para otra cosa. Analizando el presupuesto nos encontramos con que la reducción del peso de los subsidios energéticos ocurrió en forma simultánea con un aumento equivalente del peso del gasto destinado al pago de los intereses de deuda.

El aumento de tarifas no conformó a las empresas petroleras (y gasíferas), que exigieron, para realizar inversiones, un tratamiento particular para la producción no convencional (extracción por medio de la polémica técnica de la fractura hidráulica) proveniente del yacimiento Vaca Muerta. En tal sentido, Estado, empresas y sindicatos firmaron un acuerdo que consistió en una adenda al convenio colectivo de los trabajadores de la actividad que elimina una serie de derechos laborales y por otro lado, el gobierno decidió seguir manteniendo los subsidios para el gas extraído de allí.

Estos cambios económicos modificaron rotundamente el mapa de ganadores y perdedores del sistema energético argentino. Repasemos como quedó conformado el mismo

Ganadores

  • Empresas petroleras y gasíferas cuyas ganancias contables crecieron más de un 50% en tanto sus inversiones se desplomaron a la mitad.
  • Empresas distribuidoras y transportistas de gas y energía eléctrica son sin duda las que más ganaron con los tarifazos. El valor de las acciones de estas compañías se multiplicó de modo que de las 6 principales ganadoras de la bolsa de comercio porteña en los últimos dos años, 5 pertenecen a este sector.
  • Capitales especulativos se benefician con el endeudamiento y cuyas ganancias dependen de la capacidad Estatal de endeudarse y achicar el gasto público.

Perdedores

  • Hogares y familias argentinas han sufrido un inédito tarifazo de los servicios públicos. Los hogares más pobres perdieron, en forma directa, alrededor del 10% de su ingreso por esta política.
  • Pequeñas y medianas empresas de los sectores comercial e industrial han recibido un fuerte incremento en sus costos en un contexto general de caída de sus ventas y de la actividad económica.
  • Trabajadores del sector se han visto perjudicados de dos maneras. Por un lado se produjo una fuerte reducción de personal que afectó a casi 4 mil empleados y por otro, el acuerdo tripartito firmado para promover Vaca Muerta flexibilizó las condiciones laborales de los trabajadores de la actividad.
  • Población de las zonas donde se lleva a cabo la producción no convencional se ve perjudicada por los efectos socioambientales asociados a este tipo de explotación. También se ven afectados los productores de estas regiones cuyos emprendimientos productivos son desplazados.