La CGT con los movimientos sociales frente al Congreso, la media sanción en el Senado de la Nación a la Ley de Emergencia Social, el reclamo del primer ministro de Canadá por la detención de Milagro Sala y la ausencia absoluta de alguna buena nueva económica; cerraron una semana para el olvido para el gobierno de Mauricio Macri.

El gobierno nacional ha insistido hasta el cansancio con llegada de las inversiones en dólares. Aún en medio de un mundo que demuestra a cada paso que comienza a cerrarse para protegerse de los efectos de la globalización. El triunfo de Donald Trump en los Estados Unidos y el brexit por el que Inglaterra decidió separarse de la Unión Europea, son claros síntomas del fenómeno. Aun así el gobierno argentino decidió apagar el motor del mercado interno y encender el motorcito de las exportaciones, como le gusta decir al economista Alejandro Barrios.

Como la “lluvia de dólares” no ocurre, los referentes económicos de Cambiemos están cerca del paroxismo. “Las inversiones no vienen porque no saben si va a volver el populismo”, lanzó en las últimas horas Javier González Fraga. El mismo ex presidente del Banco Central que había asegurado que a los argentinos nos habían hecho creer que podíamos comprar celulares, plasmas y viajar al exterior.

Pero atención, lo de González Fraga no es la primera vez que aparece como argumento ante la ansiedad que genera la espera por las supuestas inversiones que llegarán al país. No sólo es un nuevo intento por echar culpas hacia atrás, hacia la “pesada herencia”, sino que es agitar el fantasma del populismo y derribar a dos pájaros de un tiro: Por un lado se disimula una situación negativa (la no llegada de inversiones) y por el otro se intenta reforzar el poder político de Macri. Si el presidente no gana las elecciones de medio término, mucho menos llegarán las inversiones. Ergo, es crucial que el oficialismo se imponga en estos comicios.

Esta última parte es la única real. Si Macri no gana las elecciones de 2017, el panorama será peor pero no necesariamente para el país. Con una derrota electoral, el pueblo –aún el que lo votó- le estaría diciendo “hasta acá, no se puede seguir con el ajuste”. Y como dijo Sergio Massa “hay que buscar la manera de poner plata en el bolsillo de los argentinos”.

A propósito de Massa, muchos creen que es el que podría ganar el año próximo en el principal distrito. Como dijo un experimentado dirigente del peronismo “si Massa gana las elecciones en la provincia de Buenos Aires, se convierte en el nuevo jefe del PJ”. Claro, esto sin tener el cuenta al kirchnerismo que cree que aún puede dar batalla en las urnas, que no está todo perdido.

Fue una luna de miel más larga que lo habitual, pero ya hay demasiados indicadores de que está llegando a su fin. Hay un alto porcentaje de la sociedad que mantiene expectativas, pero más que nada se sostiene en la resignación porque tampoco ve demasiado armado político que sea capaz de enfrentar a un modelo económico que, con esta dirección, sólo profundizará las desigualdades y pondrá más lejos el horizonte de un crecimiento con equidad.