El mundo vio partir en pocos días a dos políticos que dejarán su marca en la historia, Shimon Peres y Carlo Azeglio Ciampi.

Personas amables, jóvenes que empuñaron las armas, políticos tenaces, líderes indiscutidos. Alejados en los últimos años de la vida pública debido a su avanzada edad, los ex presidentes de Israel e Italia dejan una huella digna de ser seguida en tiempos difíciles, tanto en Medio Oriente como en Europa.

Shimon Peres

Fue dos veces primer ministro y presidente de Israel, y premio Nobel de la Paz. Tras una extensa vida dedicada a la política, falleció el 28 de septiembre pasado a los 93 años en Tel Aviv. Su trayectoria de siete décadas es la más larga de la historia israelí. Su funeral reunió en Jerusalén a líderes y dignatarios de 70 países que le rindieron su homenaje.

Hasta en su despedida, Peres provocó un acercamiento: el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, saludó a su llegada al actual primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. Los dos dirigentes no estrechaban sus manos desde hacía seis años.

El líder palestino quiso estar presente pese a que sabía que sería acreedor de críticas en casi todo el mundo árabe. Abbas reconoció en Peres a uno de los pocos hombres que -independientemente de sus aciertos y desaciertos- trabajó a conciencia por la paz entre israelíes y palestinos.

En el funeral, oficiado en el cementerio nacional del monte Herlz de la Ciudad Santa, el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, ponderó la trayectoria de Peres y fue el único de los presentes que señaló la importancia de la presencia de Mahmud Abbas en la despedida.

Además de Obama, Abbas y Netanyahu, quien asistió al sepelio fue el ex presidente estadounidense Bill Clinton. Fue durante su mandato que se firmaron los Acuerdos de Oslo entre israelíes y palestinos, que le reportaron el premio Nobel de la Paz a Peres.

El ex presidente israelí será enterrado junto al primer ministro Isaac Rabin -su eterno rival en la interna partidaria- asesinado por un extremista israelí en 1995. Peres y Rabin recibieron en 1994 el premio Nobel de la Paz Oslo junto con el histórico líder palestino Yasser Arafat.

Con la desaparición de Shimon Peres se va el último de los pioneros, de los padres fundadores del Estado de Israel y un protagonista activo de la historia, muchas veces controvertido por las decisiones militares que adoptó pero, en última instancia, convencido de que la lucha por la paz en Medio Oriente valía la pena.

Tal como le hubiera gustado, el funeral de Estado en su honor se convirtió en un punto de encuentro internacional que pone al conflicto palestino israelí nuevamente en la agenda política global, luego de estar relegado en los últimos tiempos por otras crisis, como la guerra en Siria y el combate al Estado Islámico (ISIS). Avivó la esperanza en distintos actores diplomáticos de que el proceso de paz en Medio Oriente sea reactivado.

Carlo Azeglio Ciampi

Fue presidente de la República italiana, primer ministro y legislador. Con un fuerte perfil técnico y pese a un ingreso tardío en la vida política, Ciampi dejó una marca indeleble en la organización de la Unión Europea. Falleció el 16 de septiembre en Roma a los 95 años. El primer ministro italiano, Matteo Renzi, expresó un “recuerdo agradecido al hombre de las instituciones que ha servido con pasión a Italia".

Ciampi había formado parte de la resistencia antifascista durante su juventud, y trabajó durante décadas en el ámbito de la banca pública italiana. Albergó siempre un profundo sentimiento europeísta y es legendaria su integridad moral. Numerosos políticos italianos destacan la rigurosidad e imparcialidad con las que se condujo en la vida pública.

En el ejercicio de la presidencia, Ciampi tuvo que enfrentarse a una situación económica e institucional complicada. Un año antes de asumirla, había explotado el escándalo que expuso la corrupción que cundía en la política italiana conocido como mani pulite y la investigación judicial de la tangentopoli (tangente significa “soborno” en español).

El proceso arrasó con los partidos políticos tradicionales y sentó en el banquillo de los acusados al entonces primer ministro y líder del Partido Socialista Italiano, Bettino Craxi, y a Arnaldo Forlani, líder de la Democracia Cristiana, que había gobernado durante décadas el país. Como consecuencia del mani pulite, se produjeron mil doscientas condenas y alrededor de treinta suicidios. Todo ello dio lugar a lo que hoy se conoce como el nacimiento de una nueva República, un nuevo sistema político que ocupó el espacio vacío que dejaron los partidos tradicionales. El gran beneficiado de ese vacío fue nada más y nada menos que Silvio Berlusconi.

Respecto de su visión proeuropea, cabe decir que Ciampi contribuyó de manera determinante a que Italia alcanzara los parámetros previstos por el Tratado de Maastricht que le permitieron al país participar en la creación del euro. Siempre fue un europeísta convencido. Quien quizás mejor lo definió fue el ex primer ministro Romano Prodi, cuando expresó que Ciampi vivió siempre como "un ciudadano europeo nacido en Italia".

Hombres necesarios

Si bien es cierto que los cementerios están colmados de personas imprescindibles, Peres y Ciampi, cada uno con su estilo, cada uno respondiendo a desafíos diferentes y con responsabilidades distintas, ambos con estilos propios, fueron dos hombres necesarios para la política.

La cuantificación de la importancia o de la influencia de una persona en la vida de sus semejantes es siempre antipática. Basta decir que la historia recibirá con los brazos abiertos a dos personas que, con sus errores, aciertos y -por sobre todas las cosas- con su conducta y sus convicciones, enaltecieron el ejercicio de la política entendida como un servicio público y no como un mero juego de acumulación de poder.