Dos frases signaron la escena política de esta semana. “El trabajo sucio ya está hecho” del ministro Alfonso Prat Gay y “el ajuste no se tapa con la corrupción del gobierno anterior”, como expresó la diputada massista Graciela Camaño. Las dos reflejan el complejo momento económico que vive la Argentina. Ojalá lo del jefe de Economía fuera cierto. Lo de Camaño es cierto. Pero el peso de las imágenes de Lopecito tirando bolsos con dólares por encima de los muros del convento, modificó el mapa político nacional al punto de acelerar la sanción de una ley del arrepentido para casos de corrupción y la extinción de dominio sobre el dinero mal habido.

Pero la realidad sigue andando y la abultada factura de los servicios fundamentales, seguirá llegando a los hogares de Argentina donde la previsión inflacionaria según Prat Gay saltó del 26 al 42 por ciento anual. Con lo cual ninguna de las paritarias cerradas hasta ahora alcanzará la meta deseada, ni la de los camioneros que acaban de acordar un 33 por ciento.

El “Brexit” que triunfó en Inglaterra también deja algunas enseñanzas para nuestro país. La imagen del primer ministro James Cameron empezó a derrumbarse tras la revelación de sus empresas off shore en los Panamá Papers y ahora se irá del cargo en los primeros días de octubre. En Argentina el presidente Mauricio Macri no ve afectada su reputación personal y política a pesar de estar involucrado en la misma revelación que afectó al premier inglés. En línea con la diputada Camaño, tampoco un acto de corrupción debería ser tapado o indultado por otro.

Por su lado, el peronismo recalcula para sobrevivir. Una cosa es una herida mortal hacia el kirchnerismo y otra muy distinta la suerte del PJ en su conjunto que tiene otro tipo de caparazón, más grande y más dura. La diáspora en la Cámara de Diputados de la Nación esta semana, de los legisladores del Movimiento Evita, debe ser analizada en ese marco. Acá no hay traidores, lo que existe son dirigentes políticos con más o menos margen para tomar decisiones que no los terminen sacando definitivamente de la cancha.