Hernán Diego Mendoza, Diego Enrique Angelini, Alejandro Damián Pagnucco, Ariel Erlij y Hernán Ferruchi son los nombres de los cinco rosarinos asesinados por una maldad que no conoce límites. Porque los terroristas -se trate de fundamentalistas islámicos o de cualquier otra naturaleza- saben perfectamente lo que hacen y cuáles son las consecuencias. Endilgarles a los asesinos el lugar del “loco” o del “desequilibrado” es reservar para sí el de la cordura o el del equilibrio espiritual, y es una manera de evitar el análisis profundo de por qué en el mundo actual sucede lo que sucede.

Los conciudadanos rosarinos atacados, exalumnos del colegio Politécnico, que celebraran su 30° aniversario de egresados y esperaban solamente disfrutar de un viaje entre amigos, fueron víctimas inocentes de una ideología que trafica con el odio, con la muerte y con el sufrimiento de pueblos que parecen demasiado lejanos para los argentinos. De golpe, quedó claro que lo que pasa en el mundo nos pasa a todos los seres humanos y comprendimos que los argentinos ya no gozamos de la aparente seguridad de encontrarnos en la periferia de un mundo en el cual un grupo de personas está empeñado en destruir al otro. Parece una verdad de perogrullo decir que los compatriotas asesinados fueron víctimas inocentes, pero no lo es.

El método imprevisible

Se trató del noveno atentado provocado con un vehículo que ataca a personas que están disfrutando de los espacios públicos. Y todo indica que es una metodología que llegó para quedarse, puesto que tiene un costo muy bajo y es prácticamente imposible de prevenir.

Revela el afán del terrorismo fundamentalista por atacar el ocio y el esparcimiento de los occidentales y de sembrar lo más profundo que se pueda la semilla del miedo y la paranoia colectiva.

Revela también que la “seguridad” es ilusoria y que, si bien se pueden adoptar unas pocas medidas preventivas, no existe manera de garantizar que la furia asesina no hará presente.

No hay servicio secreto ni agencia de seguridad que pueda prever con suficiente efectividad un ataque para el cual no hace falta más que un vehículo -propio, alquilado o robado- y un poco de observación.

El asesino, Sayfullo Saipov, un inmigrante de 29 años de origen uzbeko, eligió deliberadamente el día de Halloween para perpetrar el ataque porque buscaba calles llenas de gente para hacer el máximo daño posible. De hecho, el ataque a la bicisenda en el suroeste de Manhattan fue muy cerca de unas escuelas donde niñas y niños celebraban la fiesta de Halloween.

Para tener en cuenta

No obstante las similitudes con otros atentados perpetrados en los últimos tiempos, es importante considerar algunas líneas de análisis.

1. Se ataca el placer. Hay un claro objetivo de los terroristas por dañar todo aquello que en Occidente se considera “disfrute”. El terror busca destruir el espacio y el tiempo dedicados precisamente al esparcimiento y a la tranquilidad. En última instancia, apunta a dejar claro que en su ideología no hay lugar para la paz.

2. En esta oportunidad, el atacante está vivo y fue tomado prisionero. Eso permitiría indagar en su pensamiento y en su estado psíquico y espiritual, para comprender los motivos por los cuales la persona concluye por adherir a ideologías extremistas. De acuerdo a lo expresado por varios de sus conocidos, Saipov, quien está casado y tiene tres hijos, se convirtió en una persona agresiva después de ser radicalizado en internet, luego de 2010, año en que arribó a los Estados Unidos. Quienes lo conocían sostienen que al comienzo era “una persona normal” y que "no tenía muchos estudios ni conocimiento del Corán antes de llegar a Estados Unidos". Pero con el tiempo se deprimió, se separó de su comunidad, y su resentimiento y enojo aumentaron al no encontrar trabajo. Su radicalización creciente habría contribuido a su aislamiento, dado que sus diferencias con otros miembros de la comunidad uzbeka aumentó y entonces se trasladó a Florida.

3. ISIS no se adjudicó el atentado. En el pasado, el grupo terrorista se adjudicó atentados con los que se comprobó que no tenía conexión y ahora desconoce uno con el que si la tiene. Eso se debería a la intención de aprovechar a su favor aquellas acciones que el grupo considera “exitosas” y desconocer aquellas que suponen un riesgo como éste último atentado en el cual el atacante fue atrapado vivo.

4. La teoría del “lobo solitario” es -por lo menos- dudosa. Saipov declaró que actuó solo y también que había planificado el ataque hacía dos meses. Sin embargo, según lo recogido por la fiscalía, Saipov estuvo inspirado por la propaganda del Estado Islámico (ISIS) y, en particular, por  material en el cual el líder de ese grupo, Abu Bakr al Baghdadi, preguntaba qué estaban haciendo los musulmanes para vengar las muertes en Irak. Las autoridades encontraron en los celulares del acusado 90 videos propagandísticos de ISIS con contenido violento. Pero el FBI especula además con otra hipótesis, y es que Saipov habría sido ayudado por otro uzbeko de 32 años llamado Mukhammadzoir Kadirov. Como sucediera ya en otros casos, los atacantes tendrían contacto con personas o comunidades radicalizadas en el país donde atacan o fuera de ellos, lo cual descartaría la teoría del “lobo solitario”.

5. El Islam no es el enemigo. Confundir a quienes profesan el Islam con los terroristas es lo que éstos últimos pretenden para que el mundo occidental se ponga en pié de guerra y fuerce a los los practicantes de esa fe a pensar que el mundo se encuentra en el tan mentado “choque de civilizaciones”. Lo cierto es que distintos informes revelan que entre el 82 y el 95 por ciento de las víctimas de atentados terroristas durante los últimos cinco años son feligreses islámicos. El otro dato a tener en cuenta, es que quienes caen en las garras de la radicalización suelen ser personas con escasa o sin previa formación religiosa.

Nadie está a salvo

Ya no hay lugar para considerar que se está exento. El terrorismo es un tema que más que preocupar debe lograr que la humanidad se ocupe de una vez por todas de desentrañar sus causas porque esa será la única manera de acabar con sus consecuencias. Occidente y el sistema económico capitalista tienen varias preguntas incómodas para responder al respecto.

Sin embargo, este momento es para recordar la inocencia de las víctimas. Ninguna ideología, ninguna persona tiene derecho ni justificación para destruir vidas por antojo. Porque las vidas  destruidas son siempre más que las de quienes murieron. Son también las de los innumerables seres queridos. Ellos también son víctimas inocentes. De ellos es este momento y ellos son los destinatarios de toda la solidaridad y el amor que podamos transmitirles.