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“Ponés canciones tristes / para sentirte mejor”, cantaba Gustavo Cerati en el tema Adiós, y aunque parezca ambiguo hay una comprobación científica detrás. Según una investigación de la Universidad Libre de Berlín (Alemania) escuchar canciones tristes aporta beneficios emocionales.

Los propios investigadores aseguran que, aunque la tristeza normalmente se juzga como indeseable y se evita, en realidad, sentirla de forma simulada, como ocurre con las canciones, es un modo de aprender a modular las emociones negativas y trabajar la empatía.

Además, tras una investigación con 772 sujetos de diferentes nacionalidades, concluyeron que la música triste evoca una amplia gama de emociones como la nostalgia y la ternura, que también son consideradas emociones saludables.

 Por último, esta investigación apunta que quienes más partido sacan a la música triste son quienes están experimentando angustia emocional, sienten más empatía y baja estabilidad emocional.

En cuanto a las películas, según una investigación de la Universidad de Ohio, cuando vemos Love Story o Campeón -según una investigación de la Universidad de Berkeley es la película más triste de la historia-, estas nos recuerdan las cosas positivas que nos suceden a diario y ensalzan la relación con nuestros seres queridos aumentando la sensación de bienestar.

 Estos investigadores demostraron que cuanto más triste es el argumento más aumenta la satisfacción de los espectadores con su propia vida y los niveles de felicidad de quienes las ven.