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Cuando se comunicó el estado de alarma, no se tenía claro si sería cuestión de dos semanas o de dos meses, pero lo cierto es que, ante una situación sin precedentes, la primera reacción fue el optimismo y pensar que en quince días se volvería a la normalidad. Poco a poco va pasando el tiempo y el momento de retomar a la vida cotidiana se pospone una y otra vez, y que cuando finalmente se pueda salir a a las calles, lo último que habrá será normalidad.

Por supuesto, en la primera semana sólo afloraron buenos propósitos: hacer ejercicio, comer sano, pasar tiempo en familia, poner el tic en esos objetivos que añadimos a la lista de año nuevo y que normalmente no se llegan a cumplir. La gente aprendidó a cocinar, emprendió numerosos trabajos manuales, limpiado la casa de arriba a abajo. Por su parte, las iniciativas culturales, de ocio y entretenimiento han crecido sustancialmente, por lo que se ha tenido muchas opciones para combatir el aburrimiento. Los músicos famosos han dado conciertos desde sus casas, las empresas de video bajo demanda o de ebooks han puesto a disposición periodos prueba gratuitas más largos de lo normal. En realidad, en el comienzo se ha hecho de todo para entretenerse.

Pero ¿qué pasa con la productividad? ¿Ha aumentado o ha descendido? En la medida de lo posible, se ha implantado el teletrabajo como norma para aquellas profesiones que eran compatibles. Algunas de ellas requieren respetar un horario concreto, con un sistema de registro de actividad, por lo que el número de horas de dedicación debería ser el mismo. Sin embargo, sin una supervisión exhaustiva y presencial, y con el resto de la familia en la misma casa, y en ocasiones en la misma habitación, no siempre se puede estar tan concentrado. Como contrapunto, otro tipo de distracciones han sido eliminadas de la ecuación, al igual que agentes externos que puedan llegar a estresar o desconcentrar, tales como el trayecto de ida y vuelta al lugar de trabajo, la salida al café que o la dificultad de ponerse de acuerdo con los compañeros.

Aquellos que pueden desempeñar su trabajo en un horario más flexible, puede que no hayan querido evitar la tentación de levantarse un poco más tarde. Por lo pronto, el hecho de no tener que vestirse y prepararse para salir, ni tener que desplazarse al lugar de trabajo, hacen que ganen mucho tiempo para dormir o evadirse del trabajo en los ratos en que no esten ejerciendo. En realidad, esto puede llegar a volverlos bastante más productivos de lo que se piensa, ya que un cuerpo y una mente descansados maximizarán su potencial en el mismo tiempo o incluso en un par de horas menos. El tiempo de descanso es realmente para las personas, no para conducir, o maquillarse o afeitarse. Algunos puede que hayan descubierto que se concentran mejor por la noche, tras acostar a los hijos. Para estos trabajadores, el hecho de poder gestionar su tiempo a su antojo sin duda les ha ayudado a autoconocerse como trabajadores y es posible que su rendimiento haya aumentado.

El hecho de no tener un guía presencial en el trabajo también puede ayudar al análisis exhaustivo de la metodología y enseñar a priorizar y organizar el tiempo de trabajo en función de lo que es más importante o más urgente (estos dos factores no siempre coinciden). Tampoco podemos obviar el hecho de que el silencio reinante en las calles es una ayuda para mantener la mente despejada. Pero al mirar por la ventana, no sólo se descubre la ausencia de tráfico, sino también un cielo más azul, una ciudad menos contaminada. Si se reflexiona acerca del catálogo de apps para computadoras y smartphones relacionadas con la productividad, muchas de ellas incluyen sonidos relajantes de la naturaleza, o imágenes de paisajes y ambientes limpios. En el momento actual, las ventanas se convierten en estas aplicaciones orientadas a la productividad, con un planeta que se está recuperando de la devastadora acción humana. Esto también ayuda a mantener la mente despejada, concentrada y mucho más productiva.

Por último, los tiempos muertos que surgen entre el tiempo de trabajo, la conciliación familiar, los quehaceres diarios y el ocio, también son muy importantes y óptimos para tratar de practicar el mindfulness, técnica que ya de por sí nos ayudará a aumentar la productividad. Es posible que haga falta esta reconexión personal a consecuencia del aislamiento, para encontrar la manera de ser más productivos. Por norma general, así está siendo.