Cada vez más estudiantes dejan el monoambiente para compartir vivienda y gastos
El cambio se marcó con claridad desde 2017 a esta parte. Propietarios e inmobiliarios comenzaron a establecer un límite de personas por inmueble en los contratos para evitar el deterioro de las unidades
Según el último informe del Observatorio Inmobiliario de Rosario (OIR), desde 2017 la cantidad de unidades alquiladas por estudiantes se mantuvo en un nivel estable, aunque varios dejaron el monoambiente para pasar a compartir techo con otros jóvenes. Eso generó que los propietarios se vean obligados a establecer un tope de personas por inmueble en los contratos.
“Aquel inquilino que vivía solo, ahora pasó a compartir departamento con otros estudiantes, alquilando unidades de uno, dos y hasta tres dormitorios. Incluso también entraron en juego algunas casas cerca de distintas facultades”, contó Carlos Rovitti, titular del OIR.
Esta nueva realidad, que sirve a los estudiantes para pagar una suma menor por los servicios, obligó a muchos propietarios y corredores inmobiliarios a colocar en los contratos de locación un límite de personas para cada unidad con el fin de evitar que las viviendas sufran deteriores por exceso de uso. “A modo de ejemplo: un departamento de dos dormitorios es para que lo habiten entre tres y cuatro adultos ya que una unidad de estas características no está pensada estructuralmente para albergar cinco o seis personas”, advirtieron desde el OIR.
Más allá de esta nueva tendencia, que deja en evidencia la dificultad de las familias a la hora de afrontar el pago de un alquiler para los hijos, la medición del Observatorio sigue dando como resultado que “el mercado estudiantil del alquiler permanece estable en cantidad promedio de unidades alquiladas”.
En Rosario, entre la universidades públicas y privadas, hay aproximadamente 119.000 alumnos, compuestos por terciarios (11.000), universitarios (94.000) y posgrados (14.000). Del total, alrededor de 33.500 vienen del interior del país, y 4.700 estudiantes son extranjeros, provenientes de Brasil, Perú, Chile, Paraguay, Uruguay y Colombia. El resto son oriundos de Rosario o ciudades y pueblos cercanos que viajan a diario.