Granjas porcinas en Argentina: el impacto ambiental, otra vez en segundo plano
Nación y el gigante asiático ya anticiparon la decisión de avanzar hacia un convenio para la producción y exportación masiva de carne de cerdo, lo que significaría un ingreso económico contundente. Especialistas y ambientalistas alzaron la voz por los posibles (o seguros) perjuicios. Santa Fe, expectante
“No queremos ser una fábrica de pandemias”, “No queremos fábricas porcinas”, “No queremos transformarnos en una factoría de cerdos para China”, son algunas de las consignas que hace algunas semanas comenzaron a circular en las redes sociales. A falta de confirmaciones por parte de las autoridades, buena parte de la población comenzó a alzarse contra el memorándum que Argentina y China firmarían para que se instalen en el país granjas de alta producción de carne de cerdo, que luego se exportará al gigante asiático.
Las organizaciones medioambientales ya encendieron la voz de alerta y cuestionan especialmente las implicancias sociales, económicas y ecológicas que tendría la instalación de este esquema de producción porcina en Argentina. El gobierno de Santa Fe ya empezó a estudiar la posibilidad de sumarse al convenio.
El 6 de julio pasado la Cancillería Argentina difundió la comunicación entre el Ministro de Relaciones Exteriores y Culto, Felipe Solá, y el ministro de Comercio de la República Popular China, Zhong Shan, donde se anuncia una “asociación estratégica” entre ambas partes referida a la producción de carne porcina. En el mensaje también se anunció una “inversión mixta entre las empresas chinas y las argentinas” para “producir 9 millones de toneladas de carne porcina de alta calidad”.
¿Pero de qué va el acuerdo? Actualmente Argentina exporta el mayor porcentaje de su producción de granos para alimentar ganado. Si el convenio con China avanza, en vez de exportar alimento para animales exportaría comida para humanos.
Para Argentina representa un megaproyecto con el que se convertiría en el primer exportador mundial de carne de cerdo. Sería una inversión a varios años en los cuales se instalarán 25 granjas de criaderos industriales de 12.500 madres cada una, con una inyección económica estimada de 35.00 millones de pesos. También se calcula que cada cerda madre tiene cinco partos cada dos años, y en cada parto puede dar hasta 20 crías, de forma que con este esquema se alcanzarían a producir 900.000 toneladas de carne al año, todas destinadas al mercado chino. Las industrias se instalarían en provincias del noroeste y noreste e inclusive en provincias de la región patagónica.
Desde la Federación de Organizaciones de la Agricultura Familiar (FONAF), difundieron un comunicado explicando que “el objetivo chino es asegurarse para los próximos años la provisión de carne de cerdo producida en terceros países, ya que su producción atraviesa una profunda crisis derivada de la epidemia de Peste Porcina Africana”.
En el año 2018, China sufrió un fuerte brote de esta peste, un virus altamente contagioso que afecta a los cerdos. Para evitar su propagación, se estima que se sacrificaron de modos sumamente crueles -como quemarlos o enterrarlos vivos- aproximadamente entre 180 y 250 millones de cerdos, lo que disminuyó drásticamente la producción. Si bien hasta ahora no ha afectado a las personas, sí causa estragos en las economías rurales y altera los mercados mundiales ya que, al caer la producción porcina, también cae la compra de granos que este país hace para alimentarlos. Ante este panorama, y para poder abastecer su mercado interno, el Estado chino autorizó a sus empresas a invertir en otros países.
El anuncio motivó la presentación de una carta por parte de organizaciones medioambientales y referentes de la temática –como Soledad Barruti, Maristella Svampa, Rafael Colombo-, que sumó el apoyo de 170.000 firmas y concluyó en una reunión con autoridades nacionales para que brinden detalles sobre el acuerdo que está pronto a sellarse.
“Básicamente nos dijeron que es un acuerdo que tiene 3 niveles: un nivel de cooperación técnica-productiva, un nivel vinculado a la sanidad y a la biotecnología y un nivel que calificaron como un ‘gran paraguas’ para facilitar el encuentro entre empresas de estos dos países”, explicó Rafael Colombo, abogado ambientalista, docente e investigador, que participó de la reunión con Cancillería.
Qué puede pasar en Santa Fe
Frente a la posibilidad de captar inversiones millonarias, en el gobierno provincial hay quienes ya manifestaron su interés en formar parte del acuerdo. Fuentes oficiales aclararon que lo harían “sin vulnerar el mercado interno y con estrictos cuidados ambientales y sanitarios”. La chance de generar “muchísimo empleo y arraigo rural”, seduce especialmente. Acerca de la sustentabilidad de este tipo de emprendimientos, aseguran que se darían las condiciones para garantizar el bienestar animal y ambiental.
Ante esto, Colombo planteó que “de acuerdo a la experiencia comparada (México, Chile, España y nuestro propio país), estás mega factorías industriales para la producción de carne porcina son insostenibles en razón sus impactos ecológicos estructurales y masivos, por constituir caldos de cultivo para la proliferación de virus y enfermedades pandémicas, por promover condiciones de riesgo y trabajo indecente, por la degradación que se produce sobre los territorios y comunidades y por continuar promoviendo una modalidad de producción de carne cruel e insustentable”.
“Este tipo de producción tiene varios riesgos: el primero vinculado a la cantidad de deshechos, heces y orina que sale de estos criaderos, el problema de la cantidad de agua que se utiliza y al mismo tiempo las emisiones de gases de efecto invernadero que produce el sector. Cuando se habla de externalizar la producción, de lo que hablamos es de externalizar los riesgos”, resumió.
Por su parte, el diputado Carlos Del Frade ya solicitó informes al gobierno provincial acerca de “la estrategia en torno a la posibilidad de instalar granjas porcinas como consecuencia del memorándum de entendimiento entre la Argentina y la República Popular China”.
Se hicieron escuchar
Organizaciones ambientalistas realizaron varias acciones de forma virtual y presencial para manifestar su rechazo al acuerdo. En nuestra ciudad, el viernes pasado, un grupo de manifestantes se convocó frente a la Bolsa de Comercio, donde realizaron una intervención y leyeron una carta dirigida a las autoridades.
Magalí Gomez, activista presente en la protesta, planteó que “quieren vender que esto es la solución a los problemas económicos del país, sobre todo post pandemia, cuando en realidad sabemos que todo lo que tiene que ver con la exportación de commodities, del modelo de agrotóxicos, con el modelo minero, del fracking, está relacionado al ingreso de divisas al país para el pago de la deuda externa y nada de todo ese dinero beneficia al pueblo”.
En tanto Colombo cerró: “Es momento de hacer una reflexión sobre estas modalidades de producción de carne tan crueles y tan insustentables que nos interpelan sobre cómo nos estamos alimentando”.