Jornada laboral de cuatro días o el dilema del ocio y la productividad
Las pruebas con la semana laboral de cuatro días en Islandia fueron "un rotundo éxito", según afirmaron investigadores, y ya está produciendo un cambio en los patrones de trabajo. En el experimento, realizado de 2015 a 2019, a los trabajadores se les pagó lo mismo por trabajar menos horas. Y la productividad se mantuvo o mejoró en la mayor parte de los lugares de trabajo. Otros experimentos similares se están haciendo en otras partes del mundo, como España y Nueva Zelanda.
Pero qué tan lejos está Argentina de poder implementar un modelo laboral de estas características. Entendiendo que nuestro país tienen serios problemas en el marco del ámbito laboral, como es el trabajo no registrado, la sobrecarga horaria y los altos índices de desocupación.
Erika Ríos, psicóloga especialista en temas laborales, que además se desempeña como coordinadora del área de Salud Mental y Trabajo del Colegio de Psicólogos de Rosario, convino al aire de Si 98.9 que este tipo de noticias son alentadoras ya que el trabajo “es un constructor de la identidad que nos organiza la vida, familiar, social y la participación ciudadana”, pero consideró difícil extrapolar modelos de otras culturas, sobre todo de Islandia, donde se vive una realidad muy diferente a la que vivimos en argentina.
Cabe destacar que Islandia es un país demográficamente poco poblado (357,050 hab.2), con otro modelo productivo, su PIB per cápita, en 2020, fue de 52.170€ euros, ocupando el puesto 11 de los 196 países del ranking de PIB per cápita. Por lo cual el salario medio de sus habitantes está entre los más altos del mundo. En el caso de Argentina, en 2020, el ingreso per cápita fue de 7.463€ euros, con el que se sitúa en el puesto 75 del ranking y sus habitantes tienen un bajo nivel de vida en relación al resto de los 196 países del ranking de PIB per cápita.
Luego, haciendo un paréntesis sobre estas realidades tan desiguales, Ríos aseveró que las condiciones laborales son modificables. En este caso sostuvo lo que se hizo en Islandia “es vanguardista porque se prioriza la calidad de vida como un factor que influye en la productividad, cuando habitualmente este aspecto es dejado de lado para solo pensar en la productividad”.
“El hecho de vincular productividad con ocio de los trabajadores está un poco lejos de nosotros, de la realidades que vivimos, pero digo, es sumamente interesante, porque nuestros problemas tiene que ver entre otras cosas por la gran cantidad de trabajadores no registrados, el desempleo y no hablar como impactó en esto la pandemia”, expresó la psicóloga.
En Islandia el piloto se realizó en el Ayuntamiento de la capital, Reykjavik, y en puestos del gobierno nacional, y contó con la participación de unos 2.500 trabajadores, cerca del 1% de la población activa del país.
Muchos de ellos pasaron de una semana de 40 horas a una de 35 o 36, explicaron los investigadores del laboratorio de ideas británico Autonomy y de la Asociación Islandesa por una Democracia Sostenible (Alda).
Los experimentos llevaron a los sindicatos a negociar nuevos patrones de trabajo, y ahora el 86% de la fuerza laboral islandesa o ya ha decidido trabajar menos horas por el mismo sueldo o pronto tendrá el derecho a hacerlo.
Los trabajadores afirmaron sentirse menos estresados y con menos riesgo de tener el síndrome de agotamiento o burnout, e indicaron que el balance entre su vida privada y laboral había mejorado.