El presidente de Francia se baja de la reelección para frenar a la derecha
El presidente de Francia, Francois Hollande, anunció este jueves que no buscará la reelección en 2017 "por el interés superior de la nación" y alertó que las propuestas de la derecha "desafían el modelo social" del país, durante un discurso en el Palacio del Elíseo, realizado en uno de sus peores momentos de popularidad.
A los 62 años, el mandatario hizo historia en París y se convirtió en el primer jefe del Ejecutivo de la Quinta República que no intenta buscar su reelección. "En los meses que vienen, mi único deber será continuar dirigiendo al país", explicó un Hollande serio.
"Soy consciente de los riesgos que conllevaría mi candidatura, que no reúne todos los consensos. Decidí no ser candidato a la elección presidencial, Decidí no renovar mi mandato", anunció el mandatario en un breve mensaje de 10 minutos, citado por la agencia de noticias EFE.
"Lo que está en juego no es una persona, sino el futuro del país (...) No puedo resolver la dispersión de la izquierda, su división", agregó, después de cuatro años y medio en el poder.
Poco después de conocerse el anuncio, su correligionario, primer ministro y uno de los que ya había hecho públicas sus aspiraciones presidenciales, Manuel Valls, felicitó a Hollande y lo describió como "un hombre de Estado".
De la vereda de enfrente, el recientemente electo candidato del centro y la derecha, Francois Fillon, celebró la decisión de Hollande en su cuenta de Twitter. "El presidente admite, con lucidez, que su fracaso patente le impide ir más lejos", escribió el ex primer ministro de Nicolas Sarkozy, el antecesor de Hollande. Poco después, Fillon emitió un comunicado en el que aseguró que el mandato de Hollande acaba "con la revuelta política y la decadencia del poder".
Después de muchos meses de campaña tímida, el clima electoral se instaló definitivamente en Francia, a dos meses de las primarias socialistas y a cinco de la primera vuelta presidencial.
Horas antes del anuncio presidencial, el ex ministro de Economía de Hollande, el socialista Arnaud Montebourg, el mismo que renunció hace dos años y medio por su rechazo a la línea neoliberal asumida por el gobierno, informó a la prensa que fue el primer dirigente en inscribirse formalmente a las primarias presidenciales del oficialismo.
En agosto pasado, Montebourg ya había lanzado su "proyecto de Francia" y había sido claro al prometer que su objetivo sería "enmendar" los "errores" del gobierno de Hollande y retornar a una política típica socialista: más gasto social, eliminación de los nuevos impuestos altos para la clase media y baja, abandonar el techo de 3% de déficit público impuesto por Bruselas y abrir una discusión sobre posibles nacionalizaciones.
La tensión domina el Partido Socialista francés por varias razones: el candidato presidencial de la derecha, Fillon, es el favorito de las encuestas; la popularidad de su rival de extrema derecha, Marine Le Pen, sigue creciendo y, tras cinco años en el poder, el oficialismo está dividido y sin un líder claro.
La crisis dentro del socialismo recrudeció este fin de semana cuando el primer ministro Valls anunció a la prensa que estaba listo para sumarse a la primaria presidencial, aún si Hollande también decidía presentarse a la reelección. Valls explicó que quiere "romper con esta dinámica que conducirá a la derrota" del socialista, en un referencia poco velada a las crisis de representatividad que vive el oficialismo y el crecimiento en las encuestas de la derecha y la extrema derecha.
Hasta el próximo 15 de diciembre, Valls y otros líderes socialistas que ya hicieron públicas sus aspiraciones presidenciales tienen tiempo para registrarse formalmente en las primarias que se dirimirán en las urnas en enero del año que viene.
Mientras que el resultado de la interna socialista es aún un misterio y el arco de la izquierda y la centro izquierda llega al año electoral con varios candidatos, la llamada derecha republicana se fortalece detrás del liderazgo único de Fillon y la extrema derecha, de la carismática y xenófoba, Marine Le Pen.