Por Julia Irigoitia

Los números del último informe del Indec nos revelan la realidad de contrastes que viven la ciudad y la región. En el primer trimestre de 2023, bajo un contexto muy singular por el severo impacto de la sequía, el mercado laboral del Gran Rosario mantuvo el nivel de desocupación del 7,9 por ciento, igual al de un año atrás.

Respecto al 2022, hay 11 mil personas que se sumaron a la población económicamente activa. La cantidad de ocupados se incrementó en el mismo nivel. Es decir, todos encontraron un trabajo. Sin embargo, aún quedan 54 mil personas sin empleo en toda la región.

La elevada tasa de actividad del 51 por ciento es una característica particular del mercado de trabajo del Gran Rosario. De esa forma, la región se ubica en tercera posición a nivel nacional en cuanto a actividad. Somos el cuarto aglomerado urbano con más empleo y, al mismo tiempo, el quinto con más desempleo.

Santa Fe es la principal provincia que motorizó el proceso de recuperación de la actividad tras la crisis. Eso se refleja en la importante cantidad de puestos de trabajo generados. Según los datos recientes publicados por la Administración Federal de Ingresos Fiscales (AFIP), en mayo de 2023 hubo 551.863 puestos de trabajo ocupados en el sector privado provincial.

Respecto al año pasado, en Santa Fe se integraron 16.325 trabajadores y trabajadoras al mercado laboral. Durante toda la gestión de Omar Perotti, el sector privado santafesino creó 38 mil puestos de trabajo. Muchos de ellos fueron impulsados por acciones concretas de políticas públicas. Uno de los datos más alentadores es que la industria manufacturera es el sector donde hubo más creación de empleo, con 4.708 nuevos trabajadores.

La articulación entre el gobierno provincial y nacional para el despliegue de programas de empleo, capacitación y formación laboral, así como la obra pública, las líneas de financiamiento y la búsqueda de nuevos mercados fueron determinantes para encabezar el camino de salida a la crisis. Indudablemente, es a través de la inversión productiva y la creación de empleo privado genuino lo que permite salir a flote.

Este panorama por demás de heterogéneo nos da indicios sobre algunos de los desafíos que tenemos por delante. Los datos específicos sobre la ciudad de Rosario son escasos. Por eso llevamos adelante un relevamiento junto con el Centro de Estudios Scalabrini Ortiz para conocer más detalles de las particularidades de la situación laboral local.

La capacitación como mecanismo de integración

Con la velocidad de la transformación digital y la incorporación de tecnología, el conocimiento queda obsoleto con más frecuencia que nunca. Esto nos obliga a la formación permanente. Y las competencias vinculadas al dominio personal e interpersonal cobran una importancia determinante. 

La capacitación de los trabajadores para nuevas habilidades técnicas es clave, pero estas habilidades deben vincularse a otras capacidades más fundamentales. Necesitamos acortar la distancia entre el aprendizaje y el trabajo. Cuando el aprendizaje está integrado en el trabajo y el trabajo en el aprendizaje los resultados son mejores. 

Asimismo, el Estado tiene que implementar mecanismos de arbitraje entre la oferta y demanda de trabajadores cada vez más dinámica. Necesitamos contar con información precisa sobre las habilidades de las personas y cruzarlas con las que están demandando las empresas. Nosotros presentamos el proyecto de APP Empresas, un área especializada para abordar esta cuestión. 

Si pensamos en un nuevo contrato social para terminar con la violencia, necesitamos estructurar sistemas de formación a lo largo de toda la vida. Dejarlo librado a las posibilidades de cada uno implica condenar a una parte de la sociedad a la precariedad y marginalidad, robándoles las expectativas de estar mejor y profundizando el quiebre en una sociedad dual. 

La incertidumbre ligada al trabajo

La Argentina es uno de los países con mayor desempleo joven en toda la región, y 6 de cada 10 jóvenes trabajan en la informalidad. En nuestro relevamiento pudimos detectar algunos elementos interesantes para dimensionar la importancia de las políticas públicas de formación, capacitación y entrenamiento laboral.

En cuanto a capacitaciones realizadas, el 51 por ciento de los ocupados realizaron algún tipo de capacitación puntual para acceder a un trabajo. Para el caso de las personas desocupadas, solo un 18 por ciento manifestó haber realizado una capacitación.

Un 63 por ciento de esas capacitaciones fueron brindadas por instituciones privadas con un costo tanto para los ocupados como para los desocupados. Las instancias formativas dictadas por instituciones públicas gratuitas estuvieron en el orden del 31 por ciento.

El 78 por ciento de las personas desocupadas manifestó estar interesada en realizar alguna capacitación y, entre los ocupados, el porcentaje alcanzó el 59 por ciento. Es decir, nos encontramos ante una realidad en la que las personas están demandando mayores capacitaciones porque observan que son un mecanismo de acceso al trabajo.

En ese sentido, la coordinación de los esfuerzos públicos y privados es determinante. Son los actores del sector privado los que conocen las necesidades específicas de las empresas demandantes. Y es el Estado quien puede articular el acceso de las personas a esas instancias formativas. 

El 86 por ciento de las personas encuestadas cree que, si pierde el trabajo, será muy difícil conseguir uno nuevo. Ese es el vértigo cotidiano que padece buena parte de la población. La formación es un instrumento fundamental no solo para mejorar las condiciones de trabajo y los ingresos, sino para construir esa confianza determinante del bienestar de los y las trabajadoras.

Ese horizonte de incertidumbre se observa en que un 42 por ciento contestó que sus perspectivas para los próximos 6 meses son que mejore su situación laboral. Necesitamos que el 58 por ciento restante también pueda confiar en que estará mejor y que, efectivamente, esos avances se realicen.

Cerrar esas brechas de habilidades y consolidar un proceso de generación de trabajo genuina y sostenido requiere abordar un conjunto de desafíos en el mercado de trabajo con políticas sociales más amplias. De lo que no cabe dudas es que el camino indicado es el que lleva adelante Santa Fe: formar, capacitarse y apostar a la inversión, la producción y el trabajo.