La victoria pírrica de Theresa May
El partido conservador ganó las elecciones en el Reino Unido pero pagó un costo demasiado alto, porque el gobierno se debilitó en vez de fortalecerse
Cuando a mediados de abril la primera ministra Theresa May convocó a elecciones, sus correligionarios conservadores auguraban una victoria magnífica que le permitiría al oficialismo legitimarse mediante el voto popular y fortalecería al gobierno para conducir el Brexit, el proceso sin precedentes de desconexión de la Unión Europea (UE). Los conservadores contaban con sondeos de opinión que les permitieron burlarse de sus históricos adversarios del partido laborista, a quienes pronosticaban una derrota catastrófica. Pero todo salió torcido.
Una victoria con olor a derrota
Se entiende por “victoria pírrica” a aquella que se obtiene con excesivas pérdidas en el bando supuestamente vencedor, de manera tal que puede terminar siendo interpretada como desfavorable. Su nombre proviene de Pirro, rey de Epiro, quien vivió entre los siglos III y IV a.C. y logró una victoria sobre los romanos con el costo de miles de sus hombres. La tradición sostiene que Pirro, al contemplar el resultado de la batalla expresó: "otra victoria como ésta y volveré solo a casa".
Para comprender cabalmente el sentido de la victoria pírrica del conservadurismo en general y de Theresa May en particular, hay que recordar que nada ni nadie la obligaba a convocar a elecciones, con lo cual la debilidad manifiesta que recaerá sobre el gobierno que eventualmente se formará, la tendrá como responsable indiscutida. Más aún si se tiene en cuenta que el resultado fue exactamente opuesto al que se pretendía alcanzar, a saber, fortalecer al gobierno británico para negociar el Brexit en mejores condiciones frente a la UE.
Resultados desquiciados
La primera ministra no pudo revalidar la mayoría absoluta que su antecesor, David Cameron, le había dejado en herencia tras las elecciones de 2015. A sólo diez días del inicio de las negociaciones del Brexit, el oficialista Partido Conservador ganó las elecciones legislativas pero perdió la mayoría absoluta que tenía y que pretendía revalidar May. Por su parte, los laboristas lograron su mejor resultado en varios años.
El mapa político emergente de las elecciones del pasado jueves, supone una humillación para May quien fracasó notoriamente en su estrategia política, y abre un compás de incertidumbre respecto de la formación del nuevo gobierno, dado que son necesarios cómo mínimo 326 escaños para contar con la mayoría necesaria para gobernar y el oficialismo sumó 318 (42,35 por ciento de los votos), 12 bancas menos que las que tenía.
El laborismo y su líder, Jeremy Corbyn, se encuentran en el extremo opuesto de la ecuación. Fueron derrotados pero en situación de crecimiento, con sabor a éxito, y aprovecharon para pedir la dimisión de la primera ministra. El partido laborista obtuvo 261 asientos en el Parlamento, 28 más que los que tenía (40,2 por ciento de los sufragios).
El tercer lugar fue para el Partido Nacionalista Escocés, que alcanzó 35 bancas, luego el Partido Liberal Demócrata con 12, el Partido Unionista Democrático que obtuvo 10 y el resto se reparte los 12 escaños restantes, quedando sólo uno por adjudicar.
Especial atención habrá que prestar al Partido Unionista Democrático, al cual May intentará seducir para formar una coalición que le permita superar las 326 bancas necesarias para gobernar. Se trata del mayor de los partidos políticos unionistas de Irlanda del Norte. Su ideología consiste principalmente en reconocer la realidad social y cultural del Ulster al margen de la República de Irlanda.
¿Renunciará May?
Jeremy Corbyn reclamó la renuncia de la primera ministra al expresar que May "perdió escaños conservadores, perdió votos, perdió respaldo y perdió confianza. Yo diría que es suficiente para marcharse". Acto seguido, anunció que el Partido Laborista está "preparado para servir" al Reino Unido. Es decir que mostró claramente sus intenciones de intentar formar un gobierno en minoría, aunque es harto difícil que eso suceda.
Corbyn es un político interesante. Es un exsindicalista con convicciones socialistas, resistido por la estructura de su partido pero apoyado fervientemente por la bases. Es así como resistió distintos intentos de los mandos medios laboristas por exonerarlo de la conducción partidaria. Hasta para los argentinos sería interesante un gobierno encabezado por Corbyn, porque es uno de los pocos políticos británicos propensos a dialogar sobre la soberanía de las Islas Malvinas.
Sin embargo, pese a los reclamos de Corbyn, May intentará resistir a los reclamos opositores y a las seguras conspiraciones de sus compañeros de partido. De hecho, ya comenzó a sonar el nombre de Boris Johnson, exalcalde de Londres y actual canciller, como figura de recambio. Sin embargo, la primera ministra, que revalidó su escaño, mantiene la postura de que sólo su partido es capaz de garantizar la estabilidad que el Reino Unido necesita frente a la negociación del Brexit y la reciente oleada de atentados terroristas. Y por ahora, quien conduce el partido es ella. Si logra formar una coalición con el Partido Unionista Democrático, seguramente permanecerá en su cargo.
El futuro ya llegó
Las negociaciones por el Brexit comenzarán en pocos días y éste resultado electoral favorece la postura de la UE de concretar la salida del Reino Unido del bloque para negociar con posterioridad acuerdos comerciales. Por el contrario, el interés británico es negociar la desconexión política sin perder las ventajas económicas y comerciales de la pertenencia a la UE, pero esa posibilidad parece diluirse luego del resultado electoral.
Por otra parte, queda la incógnita acerca de qué estrategia se adoptará respecto del recrudecimiento de la violencia terrorista en un contexto en el cual el Estado Islámico (ISIS) profundizará a todas luces los ataques, como respuesta a sus derrotas en el frente de batalla tanto en Siria como en Irak.
El temor a estos dos escenarios provocó una caída inicial de la libra esterlina del dos por ciento, tocando su nivel más bajo en seis semanas.
Quizás la única buena noticia que aportaron estas elecciones fue la debacle del ultraderechista y antieuropeo Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), que blandiendo el miedo a los extranjeros marcó en buena medida la agenda política de los últimos años.
Por lo demás, el país se sume en un período de incertidumbre y vulnerabilidad exactamente opuesto a la fortaleza que se pretendía alcanzar con estas elecciones y Theresa May demostró que está muy lejos de convertirse en una nueva “Dama de Hierro”.