El presidente Javier Milei está sentado sobre lo que creen seis de cada diez argentinos: La idea de que controló la inflación. La consultora Tendencias, vinculada al Frente de Izquierda. No solo concede que la imagen positiva de la gestión subió del 36,1% al 45,2% entre agosto y octubre sino también que volvió a superar a la negativa (42,1%). Entre las sensaciones que midió en el público crece la “esperanza” (del 41,8% en agosto al 47,4% en noviembre) y decrecen la “preocupación” (del 20,7% al 16,7%) y la “incertidumbre” (del 15,8% a 13,7%).

Si a esto se suma la desorientación que tiene la oposición -la de veras y la amigable- el presidente libertario ocupa no sólo el centro sino también algunas zonas más del ring. Ganó todas las batallas en el Congreso y su receta de arrimar voluntades sueltas según la ocasión, demostró una eficacia hasta ahora desconocida.

El “populismo cambiario” como le dicen algunos periodistas especializados al valor regulado del dólar, arroja hasta ahora sus frutos. Pero como señala el economista Emanuel Alvarez Agis, la situación es como la de contraer deuda: “Al principio es rico”.

Pero todo es a costa de la destrucción de la economía real. La reedición del viejo combo sobrevaluación-recesión-desindustrialización; es más letal aún en la actual coyuntura global donde el mundo se cierra y se prepara para una enorme batalla comercial. “Las empresas deben estar preparadas para un escenario de guerra y ajustar sus líneas de producción y distribución en consecuencia. Porque si bien pueden ser los militares quienes ganen las batallas, son las economías las que ganan las guerras”, aseguró recientemente en Bruselas el almirante holandés Rob Bauer, presidente del comité militar del bloque que lidera Estados Unidos. También, el profesor Mario Cimoli, de la Universidad de Venecia, en la Conferencia Industrial de la UIA aseguró que “Estados Unidos, China y Europa están haciendo política de sustitución de importaciones ¿sí o no? ¿Por qué uno tiene miedo de decirlo?”, afirmó el exsecretario adjunto de la Cepal.

Si el presidente Milei tiene espacio para ignorar olímpicamente a los más poderosos de la Unión Industrial Argentina, sólo hay que imaginar lo que queda para las pequeñas y medianas empresas nacionales que son las que se están desangrando. Para compensar el faltazo a la 30º Conferencia del sector, el ministro Luis Caputo recibirá a algunos los grandes empresarios en su despacho del Ministerio de Economía. Es decir, los hace ir al pie. Hasta Paolo Rocca moderó sus críticas a la espera de algún acuerdo que le permita seguir compitiendo con sus caños sin costura a la espera que pueda seguir transformándose al más rentable y seguro mercado petrolero.

En ese escenario, Milei se prepara para la compulsa electoral del año que viene. Para eso ya avanzó en la reforma electoral de la Boleta Única, pretende eliminar las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias, y también barrer con el cupo femenino que obliga a conformar listas intercalando sí o sí a una mujer. Sabido es que LLA tiene su mayor base de sustentación entre los hombres. La eliminación de las PASO destruiría hasta la última posibilidad de un acuerdo electoral con el PRO: Cada vez está más claro que el partido de Mauricio Macri sólo tiene como horizonte ser furgón de cola de los libertarios que le comieron el electorado. Esta situación tiene también alto impacto en Santa Fe donde, como dice el diputado macrista Gabriel Chumpitaz, el partido en la provincia “se parece a Blockbuster en tiempos de Netflix”.

La acumulación de poder alcanzada básicamente desde el inicio del segundo semestre, le permite al presidente pensar además en prorrogar por segunda vez el presupuesto de 2023, soslayando al Congreso, para beneficiarse con la reasignación discrecional de recursos y aprovechar los efectos de la inflación sobre las cuentas públicas. Además, rechazar los reclamos de los gobernadores por el pago de fondos de transferencia obligatoria que el gobierno suspendió. Y que siga faltando el quórum para abolir el decreto que permite renegociar la deuda pública al alza, con menores plazos, mayores intereses y compromisos de pago más apremiantes.