Piñera dice que no renunciará y la protesta en Chile no afloja
El presidente de Chile, Sebastián Piñera, aseguró que no descarta una reforma a la Constitución, pero subrayó que no dejará su cargo, pese a las presiones y protestas que sacuden al país hace 18 días, que desataron la crisis política y social más profunda desde el regreso de la democracia (1990), con un saldo de 23 muertos y miles de heridos y detenidos.
"Estamos dispuestos a conversarlo todo, incluyendo una reforma a la Constitución", dijo el mandatario en una entrevista a la cadena británica BBC, la primera desde el inicio de la crisis, en la que abordó el polémico accionar de Carabineros y las Fuerzas Armadas, y prometió justicia por los derechos humanos "que se hayan vulnerado".
"Voy a llegar al fin de mi gobierno. Fui elegido democráticamente por una enorme mayoría de chilenos y tengo un deber y compromiso con quienes me eligieron y con todos los chilenos", dijo en La Moneda, mientras a pocas cuadras de allí los manifestantes protagonizaban el llamado "superlunes" de protestas que, como en las oportunidades anteriores, fue violentamente reprimido.
Agregó que si alguien quiere hacer una acusación constitucional -como impulsan legisladores opositores y manifestantes- "está en su derecho", pero aseguró que esas acusaciones no van a prosperar, "porque la solución en democracia es respetar a las reglas de la democracia".
Piñera, que defiende su decisión de decretar el estado de emergencia y haber sacado a los militares a la calle, se refirió también a las denuncias de uso excesivo de la fuerza durante la represión.
"Si eso sucedió, puedo garantizar que será investigado y procesado por nuestro sistema tradicional. No habrá impunidad. Ni con las personas que prendieron fuego a los supermercados y a la mayoría de nuestras estaciones de metro, ni con aquellas que eventualmente cometieron un exceso de uso de la fuerza", prometió.
Dijo que lamenta "el tremendo daño que esta ola de violencia y destrucción ha generado en las personas con ingresos bajos" y evaluó que los chilenos no pueden permitirse que "en un estado democrático las personas piensen que pueden hacer lo que quieran". "Porque al final del día, destruirá nuestra democracia y dañaremos a la mayoría de nuestros ciudadanos", advirtió.
Luego admitió que Chile "todavía es un país demasiado desigual· y que la gente "tiene la percepción, y con mucha razón, de que hay demasiados abusos".
Por último, consultado los niveles de desigualdad en Chile, una de las principales quejas de los manifestantes, Piñera dijo que el país "está en promedio en términos de desigualdad en América Latina. Por supuesto, sigue siendo un país muy desigual y es por eso que estamos luchando para vencer la pobreza y reducir la desigualdad, pero no es el país más desigual de América Latina".
"He escuchado la voz del pueblo chileno", insistió el mandatario y por eso -aseguró- elaboró "en cuatro días una agenda social muy poderosa y fuerte que deberá contar con gran cantidad de recursos para acelerar el proceso de mejoras".
"Después de restaurar el orden público y poner en marcha la agenda social, no termina el debate y vendrá una segunda etapa en que estamos dispuestos a conversarlo todo, incluyendo una reforma a la constitución", puntualizó el jefe de Estado.
Recalcó, sin embargo, que hay que ponerse de acuerdo en los cambios que se quieren introducir en la Constitución, y que la instancia para discutir las reformas constitucionales es el Congreso, que "podrá decidir el camino a seguir".
Por último, consultado si se arrepiente de la forma en que ha manejado la crisis, dijo: "Después de resolver este problema, tendremos todo el tiempo del mundo para ver qué podríamos haber hecho mejor".