Puja entre gigantes
La Unión Europea se prepara para un contexto comercial signado por una dura competencia entre China y los Estados Unidos.
Producto de la guerra comercial desatada entre China y los Estados Unidos desatada durante la administración de Donal Trump, las autoridades de la Unión Europea (UE) se encuentran en una etapa de rediseño de su estrategia comercial anterior a la continuidad de ese enfrentamiento. Es indudable que se trata de los tres pesos pesados planetarios en lo que a comercio se refiere.
Debe reconocérsele a Donald Trump que puso las cartas sobre la mesa respecto de algunos asuntos. El primero de ellos es que los Estados Unidos son un país con un presupuesto presupuestario y comercial monumental, lo cual explica también que se trate del país con la mayor deuda externa planetaria. Trump advirtió que el desequilibrio comercial de su país correspondía tanto a los vínculos con aliados como con adversarios.
Es por eso que con los aliados aplicó la táctica del garrote y la zanahoria -golpear primero para acordar después en condiciones más ventajosas- y logró así renegociar el tratado de libre comercio con Canadá y México y mejorar algunas condiciones en la relación bilateral con la UE .
Pero con los adversarios, la situación fue más complicada. La administración Trump desplegó una dura batería de aranceles sobre los productos procedentes de China. El gobierno chino por su parte, se vio en la obligación de tomar represalias, y ese fue el origen de la guerra comercial por todos conocidos. La llegada a la presidencia de Joe Biden puede suponer en lo inmediato algunos cambios formales pero, lo más probable, es que la puja entre los dos países continúe puesto que los Estados Unidos están lejos aun de resolver sus problemas de déficit comercial.
En este contexto, los reproches a China por lo que se considera llanamente el robo de propiedad intelectual de empresas e instituciones estadounidenses, así como por sus barreras a la entrada de empresas norteamericanas y al enorme saldo comercial favorable al gigante asiático, continuarán en los próximos años. También entrará nuevamente en juego el tema ambiental. Con la decisión de Biden de reincorporar a su país al acuerdo climático de París, el paso siguiente será exponer a China como el país más contaminante y dañino para el
ecosistema global.
Por su parte, para el gigante asiático, que apunta en el mediano y largo plazo a convertirse en la primera potencia global en todos los órdenes, la comercial es una disputa que más tarde o más temprano debería que librar. Desde hace tiempo China está desarrollando su gran proyecto de expansión comercial denominado La nueva ruta de la seda. También apunta a profundizar los vínculos con el resto de los socios BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), especialmente con Rusia, que cuenta con recursos energéticos que China necesita con avidez.
Este año se celebrará el centenario del Partido Comunista Chino y el gobierno de Xi Jinping espera culminar algunos proyectos clave, como el sistema de crédito social y otros enmarcados en el programa espacial chino, o en lucha contra la pobreza. La guerra comercial con los Estados Unidos y los efectos de la pandemia de Covid-19 suponen obstáculos en ese camino propuesto, pero hay que destacar que China se caracteriza por una visión milenaria de la historia y por una planificación estratégica que resulta prácticamente imposible encontrar en otros rincones del planeta. Puede preverse entonces que avanzará sin prisa pero sin pausa hacia su objetivo de convertirse en la superpotencia que termine por desplazar a los Estados Unidos de su sitio de primacía.
¿Y Europa?
Previendo la continuación de la pugna entre China y los Estados Unidos, las autoridades del bloque europeo se propusieron un rediseño de su estrategia de política comercial que además les permiten desplegar su agenda climática y digital. Los europeos apuntan a no dejarse sorrender por acciones coercitivas provenientes de ninguno de esos dos actores internacionales y se propone una hoja de ruta con medidas a adoptar en ese caso.
La UE apunta a hacer valer su condición de primera potencia comercial global para poder fijar las reglas que rijan el comercio internacional en los próximos años. Las autoridades del bloque intuyen que tanto China como los Estados Unidos intentarán salir de la crisiseconómica abierta por la pandemia con un despliegue comercial agresivo. De hecho, actualmente se considera que hacia 2024 el 85 por ciento del crecimiento económico mundial proceda de fuera de la UE. Si bien la llegada al poder de Biden fue asimilada como un alivio por los europeos, las medidas proteccionistas de la administración Trump y el creciente unilateralismo de los últimos años hizo que desde la UE se tienda a buscar un mayor margen de autonomía respecto de los Estados Unidos.
La idea es adoptar medidas de represalia efectivas cuando otras partes no cumplen las
reglas que rigen el comercio global.
La nueva estrategia intenta calmar los ánimos de varios socios de la UE, entre los que seextienden cada vez más los recelos hacia los acuerdos comerciales. Esas reticencias no sólo provienen de Francia o de Bélgica, sino también de Austria y de Holanda, el sucesor natural del Reino Unido en portar la bandera del libre comercio tras el Brexit. Dos datos en este sentido. El primero es que Amsterdam apunta en convertirse en el reemplazo de Londres como capital financiera del bloque comercial. El segundo, es el rechazo del parlamento holandés tratado al de libre comercio entre la UE y el Mercosur a mediados del año pasado.
Además, desde los gobiernos comerciales holandés y francés, se le reclamó a la UE que exigiera a los socios el cumplimento de los compromisos climáticos y laborales para evitarcualquier competencia considerada desleal. La pandemia acentuó los temores de los europeos ante la competencia, pero siempre sucede lo mismo: es el poderoso y no el débil quien decide qué competencia es o no desleal. En este contexto, el Mercosur lleva las de perder. Cuando los europeos perciben que, en igualdad de condiciones, perderán en la competencia tanto en lo que se refiere a la calidad como en el volumen de productos (léase productos agropecuarios por ejemplo) aplican trabas fitosanitarias.
La estrategia
Los planes de la Comisión Europea tienen un doble enfoque: cooperación y defensa. Desde el enfoque cooperativo, la llegada de Biden permitirá retomar la relacióntransatlántica y reformar la Organización Mundial del Comercio (OMC) que quedó bloqueada en la era Trump. También permitiría buscar un marco regulatorio global para el comercio digital o, por lo menos, crear un consejo conjunto entre Estados Unidos y la UE sobre tecnología.
Desde el enfoque defensivo, los enfrentamientos comerciales de los últimos años y las barreras con las que se encuentran las empresas europeas especialmente en Asia, hicieron que desde la UE se busquen medidas de protección. Una de ellas es generar instrumentos que le permitan al bloque regional adoptar represalias en caso de que un socio incumpla sus compromisos o tenga que defender a sus empresas en el extranjero.
Las autoridades europeas pretenden -entre otras medidas- realizan auditorías a fondo sobre las cadenas de suministro, por ejemplo, para asegurar de que en ninguno de sus eslabones se exista trabajo forzoso, en clara alusión a China. También quieren usar el mecanismo que está desplegando para analizar todas las inversiones extranjeras en activos estratégicos y, si es necesario, bloquearlas. Justamente el problema más importante que tiene Europa es el suministro de energía, vital tanto para la producción como para la supervivencia en invierno. Las autoridades del bloque también presionan a distintos gobiernos para que pongan en marcha un mecanismo para vetar de los concursos públicos a empresas de terceros países que impidan la entrada de firmas europeas. Además, se estudiarán los créditos a la exportación y el desarrollo de instrumentos legales para que la UE pueda protegerse de acciones coercitivas y para poner coto a las distorsiones creadas por empresas subsidiadas en Europa.
En definitiva, desde la UE se anticipa que la puja comercial postpandemia será áspera y el bloque aspira a sostener un lugar de primacía frente a China y los Estados Unidos, aunque todo parece indicar que el crecimiento del gigante asiático más tarde o más temprano terminará por dejar atrás al resto.