Sacrificar los caprichos
A cuatro meses de iniciar su gobierno, Milei prendió fuego su manual heterodoxo. Los aumentos desmedidos de las prepagas hicieron que el presidente inmolara su credo ultraliberal y echara manos en el mayor sacrilegio para un libertario: la regulación.
Con un 160% de aumento de prepagas y la inflación de diciembre a marzo del 92%, había algo que no cerraba. Sobre todo para la clase media que en abril ya está empezando a sacar la lengua en el complejo proceso de resistir el ajuste. Cuota de colegio, servicio, impuestos, tarifas, es todo una bomba con los salarios sin moverse.
“Las prepagas le están declarando la guerra a la clase media. Nosotros desde el gobierno, vamos a hacer todo lo que esté a nuestro alcance para defender a la clase media", escribió el ministro de Economía, Toto Caputo. Sin embargo, el Gobierno peleaba a favor de las prepagas en la primera batalla.
Este germen de descontento social fue detectado por el Gobierno y salió a enfrentar un enemigo, las empresas de medicina privada, que él mismo creó dos veces: primero, al desregular los precios de las prepagas con el DNU 70/2023 y ahora para demonizarlas. Es decir, el Gobierno es responsable de los aumentos pero la culpa es de los otros.
El reposteo de Milei de un mensaje en Twitter que tildaba de "garca" y "sorete" al ceo de Swiss Medical Group (SMG), Claudio Belocopitt, dio el paso a la ofensiva llamativa que prendió rapidísimo. “¿Se nos fue la mano a nosotros o a la inflación? Miremos todos los otros sectores de la economía”, respondió el empresario.
Ahora bien, ¿por qué intervino puntualmente el mercado de las prepagas? ¿Porque le complica el índice inflacionario o porque ve que el humor social empieza a mostrar sus dientes? Lo que sea debe ser preocupante por someterse a tal sacrificio intervencionista.
La premisa que expresa el presidente desde que era panelista de TV sobre que el mercado regula todo incluso en este país incendiario fracasó. Se sostenía que la inflación era un fenómeno monetario y el mercado resolvía todo. Bueno, no. La pregunta es si sostendrá este tipo de acciones regulatorias porque hay varias actividades que se fueron de vaina con los precios. ¿Se gastará rápido la pintura del libertario?
Regular los precios que había liberado tres meses antes es una marcha atrás relevante sólo entendible por la complejidad de manejar una economía neurótica. También empezó a soltar algo del presupuesto universitario porque ve otro foco de incendio. Conclusión: el horno no está para bollos o para caprichos liberales.