"A tu mamá no la voy a matar a tiros, va a ser de otra forma"
El calvario de una mujer atacada delante de sus hijos por su marido que, como no pudo matarla, incendió la casa que habitaban en zona oeste. Críticas y sospechas sobre el personal de la comisaría del barrio
Hace 22 años que Patricia está en pareja, y 20 que recibe violencia por parte de él. Todos los episodios sufridos durante estas dos décadas pierden peso frente a la situación extrema que vivió el martes por la madrugada.
Miguel F. daba vueltas por la casa buscando cualquier cosa para pelear. Patricia sintió ese dolor particular que cada tanto anunciaba lo peor. Llegó la discusión habitual, los golpes que vienen enseguida, y más violencia, siempre esperable por parte de él. Algún día iba a llegar a este extremo. Algún día los límites ya rotos desde hace tiempo, se volverían intransitables.
Los llantos de los hijos de siete y tres años se clavaban en su padre, a quien le pedían que no lastimara a su mami. "A tu mamá no la voy a matar a tiros, la voy a matar de otra forma", le advirtió al mayor, mientras descargaba el revólver y buscaba con la vista una botella de vidrio.
Sin que su presa pudiera escapar aún, F. tomó la botella por el cuello y la hizo añicos contra la cabeza de Patricia. Ella quiso cubrirse pero no pudo evitarlo, tampoco que el filo del vidrio se clave y le surque un brazo.
Las lesiones fueron calificadas como graves por la fiscal María de los Ángeles Granato cuando, horas después, imputó al agresor. Pero antes, tras escapar del lugar con sus hijos, Patricia fue ninguneada por la policía, y se resguardó con la ONG “Ampliando Derechos”.
“Después de escaparse de la vivienda de San Lorenzo al 9400, se acercó a una garita de seguridad desde donde llamaron a la policía, pero durante una hora no aparecieron. Al llamar a la línea 144 de asistencia a la víctima, el patrullero mágicamente apareció”, relató a Rosarioplus.com Nora Giacometto, de la mencionada ONG.
Ensangrentada, en plena calle, con los dos chicos a su lado en una espera interminable del móvil policial, observó que desde su vivienda salía una cortina de humo. Para completar el episodio, su marido había prendido fuego la casa. “Fue total el incendio, perdió todo”, agregó Giacometto.
La subcomisaría 22, en Forest y Donado, tiene en la entrada un pequeño santuario enrejado que resguarda una virgen, puertas descascaradas, y personal que no es proclive a tomar denuncias de las víctimas de violencia de género, según contó Giacometto. Patricia llegó demolida, y cuando intentó hacer la denuncia, sintió nuevamente que la ninguneaban, como otras tres o cuatro veces en los últimos años.
“Cuando fue a hacer la denuncia, los policías la hicieron desistir con mecanismos dilatorios, porque sospechamos que tienen connivencia con el marido, quien tiene antecedentes penales por robos y drogas”, explicaron desde la ONG. Incluso reveló que otras seis víctimas han relatado un accionar similar en esa seccional de barrio.
A Miguel F. se le dictó prisión preventiva por 60 días y se lo imputó por el delito de "lesiones graves calificadas por la relación de pareja y daños". “Estamos conformes con la actuación de la fiscal y la medida del juez de detenerlo”, dijeron desde Ampliando Derechos. Pero la vida sigue, y Patricia con sus hijos deben hacerlo. La inseguridad y el dolor que sienten no les ayudan a descubrir cómo.