Asaltaron el correo y robaron las jubilaciones de todo el pueblo
La apacible rutina de un pueblo de 2300 habitantes se astilló de repente este miércoles por la mañana, en el sur santafesino, cuando tres hombres armados asaltaron la oficina del correo y robaron 3,5 millones de pesos en efectivo, destinados a pagar las jubilaciones de la localidad.
Ocurrió a las 8.30 en la sede de Correo Argentino, en Diego de Alvear, localidad distante 250 kilómetros al sur de Rosario, casi en el límite con provincia de Buenos Aires. Un rato antes, cuando el jefe del correo y un empleado abrieron como todos los días, apareció un hombre con la intención de realizar un trámite. Lo hicieron esperar porque todavía no habían recibido el camión de caudales y, en la vereda ya se formaba una hilera de jubilados a la espera de cobrar sus haberes mensuales. Una típica rutina de cada pueblo pequeño donde no hay bancos ni cajeros automáticos.
Llegó el portavalores y descargó unas sacas con el dinero en efectivo. Unos 3,5 millones de pesos, se informó oficialmente. El transporte de caudales se fue y entró el primer jubilado mientras el agente ordenaba los fajos de billetes para empezar a pagar. En eso llegaron otros dos desconocidos en un Renault Sandero gris. Descendieron y se sumaron en la oficina con aquel que esperaba por un supuesto trámite.
Desenfundaron pistolas y redujeron al jefe de la sucursal, al empleado y al jubilado que vio de cerca cómo le llevaron su dinero en las narices.
Los asaltantes tomaron la plata enseguida y se marcharon en el auto, al que abandonaron en un camino rural a 4 kilómetros del pueblo, tal como comprobó luego la policía al encontrarlo. Estaba radicado en Ciudad de Buenos Aires y se presume que fue robado.
En declaraciones a la prensa local, el jefe de comuna, Daniel Sagardía, se quejó: "Yo sabía que esto iba a pasar. Del gobernador Lifschitz para abajo había hecho gestiones para que instalaran una sucursal de banco o un cajero automático. Incluso se lo había comentado al propio gobernador. Este es un pueblo tranquilo, donde vos llegás a tu casa y todavía podés dejar la bicicleta en la puerta que nadie te la va a llevar. ¿Se hará algo ahora con el hecho consumado? Voy a seguir insistiendo con el pedido. Tenemos que brindar con champán porque no murió nadie. A estos tipos no le hizo falta tirar un tiro, pero podría haber pasado algo mucho peor".