Balaceras y sicariato: “Una mafia instalada muy difícil de desarmar”
La diputada Matilde Bruera analiza el arraigo del crimen organizado en Rosario y sus vínculos con el poder. "El Estado no controla la cárcel", señala entre varias cuentas pendientes.
La violencia como lenguaje se instaló hace tiempo en Rosario, ni la pandemia pudo parar los enfrentamientos territoriales entre bandas. En esta lógica propia de la narcoviolencia, hay quienes la padecen aunque no tengan mas relación con la economía del delito que la desgracia de vivir en el mismo territorio en disputa.
Otra situación es la aparición de casos de chicos de corta edad, inocentes que quedan en medio del fuego cruzado. Estos intrincados escenarios fueron minimizados por las autoridades, pero hoy son una pandemia social dentro de una pandemia sanitaria: el coronavirus.
Esta teoría tiene su asidero en las palabras de la abogada por derechos humanos y diputada provincial del Frente de Todos, Matilde Bruera. Para ella es un tema ya instalado en la sociedad santafesina desde hace más de diez años que muchos actores sociopolíticos no tomaron con responsabilidad.
Según la diputada, esta práctica de disparar no tiene relación con “un par de loquitos que salen a tirar tiros”, es más bien “una mafia instalada muy difícil de desarmar” debido a “sus vínculos con todas las esferas del poder”. Lo que más alarma a Bruera es la naturalización de este tipo de circunstancias. “Rosario no es así", dice, pero asegura que en este juego perverso hay muchas vidas perdidas de jóvenes de de los barrios populares y “las balaceras van llegando al centro de la ciudad” donde el poder real tiene su asiento.
La legisladora citó en una entrevista con Si 989, entre los casos más resonantes, la balacera contra la casa del ex gobernador Antonio Bonfatti y las reiteradas descargas de plomo contra el palacio de Tribunales en pleno centro rosarino. En esa tónica Bruera se preguntó cómo las autoridades penitenciarias “no pueden manejar la cárcel”, lugar desde donde se comandaron en su mayoría estos ataques.
Armas por doquier
Otro corolario de la violencia desmedida en la gran cantidad de armas de fuego sembradas en las calles de la ciudad. Si bien el Estado trabaja para sacar a algunas de ellas con programas de entrega de armamento voluntario a cambio de una recompensa económica, eso parece insuficiente. Las armas circulan en los circuitos del delito sin problema alguno. Según el Observatorio de Seguridad Pública, nueve de cada diez hechos violentos en Rosario fueron protagonizados por armas de fuego.
Hasta abril, en el departamento Rosario se había registrado un aumento del 10 por ciento en la cantidad de homicidios respecto de 2020. La diferencia saltó al 29% en mayo, ya que la comparación ahora abarca el período de cuarentena más estricta tras el inicio de la pandemia de coronavirus. En ese período se registró una fortísima caída con apenas 12 casos en esos dos meses.
Para Bruera está muy claro que no se puede perseguir uno por uno a quienes tiran tiros, y que detrás de esto hay organizaciones criminales muy aceitadas que incluyen entre sus actividades ilícitas el tráfico de armas. “No nos va alcanzar ni la Policía ni el Poder Judicial” advirtió la abogada ante la complicada situación de violencia urbana.
Dijo luego que el tema de las armas es similar a las drogas: “No se puede ir kiosquito por kiosquito”, remarcó y aseguró que esos espacios “son fungibles” y utilizan a personas de bajos recursos como mano de obra barata y descartable, generalmente quienes después aparecen en las estadísticas de muertes violentas y estgmatizados en la crónica policial.
En lo que va de 2021 se abrieron investigaciones sobre 113 muertes violentas en la ciudad y localidades vecinas dentro de la jurisdicción de la Unidad Regional II de la Policía de Santa Fe. En la última semana de mayo hubo seis asesinatos. En lo que va de junio se llevan registrados diez asesinatos. Cabe decir que entre enero y mayo del año pasado, el total había sido de 78 crímenes.
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