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Al fútbol amateur se juega, generalmente, por el honor. Pero en algunos barrios también por plata. Los torneos se disputan a lo largo de todo un día. Los equipos se anotan, pagan la inscripción y salen a la cancha a "ganar o ganar". El que pierde se va a casa. El que triunfa avanza de ronda y va en busca del título, léase del dinero. 

El domingo por la tarde, en la canchita de Pujato y Tarragona, en barrio Hostal del Sol, se enfrentaron "Los Rojos" y "Los Chaqueños". Al primero de los equipos lo integran adolescentes, pibes de entre 15 y 17 años. En el segundo juegan muchachos de más de 30. 

La rivalidad entre estos dos conjuntos se transformó en "pica" con el correr de los campeonatos. Las piernas fuertes dieron paso a las trompadas. Y los golpes, a los balazos. El fin de semana, Jeremías, el crack de "Los Rojos",  el jugador más habilidoso, terminó con un balazo en su pierna derecha. 

"Casi me lo matan por ser habilidoso, porque juega bien a la pelota. Le dispararon para que no juegue más". La que habla es Nilda, la mamá de Jeremías. Está enfurecida porque un  "descerebrado" dejó a su hijo con una grave herida que no sabe cuándo sanará. Tiene una fractura en la tibia y el pronóstico no es nada bueno. Lo esperan largos meses de rehabilitación y mucho tiempo sin tocar una pelota, su única pasión.  

La mujer también tiene miedo. Este martes por la mañana se acercó a Fiscalía para denunciar a la persona que le disparó a su hijo. Aportó el nombre, el apodo y el relato de lo que ocurrió en la canchita. Teme que esta persona se ensañe con su familia si la policía lo va a buscar. 

En un primer momento, Jeremías le contó que estaban jugando un partido eliminatorio por el torneo, que "se agarraron a piñas", que uno del equipo rival sacó un arma, que disparó al aire y que una bala le pegó a él. 

Sin embargo, el relato cambió con el correr de las horas. Ya más tranquilo, detalló que fue él el blanco del ataque. Este hombre, de más de 30 años, lo encaró, lo insultó y disparó al aire en medio de una gresca generalizada. Cuando lo tuvo enfrente bajó el arma y le disparó en una de sus piernas. Jeremías está ahora en su casa tras dos días de internación. Lo más probable es que tenga que operarlo.  

 "Él está angustiado, con mucha tristeza. El fútbol es su vida, ahora por un buen tiempo no va a poder jugar", señala Nilda. Su hijo estaba haciendo la pretemporada en un equipo de la localidad de Alvear. Lo habían llamado del "campo" para jugar a partir de marzo. "Estaba entusiasmado con cobrar esa plata, para tener para sus gastos y para ayudar a la casa", cuenta la mujer. Nilda mantiene a Jeremías y a sus otras dos hijas, de 14 y 12 años. 

Siempre se opuso a que su hijo juegue este tipo de torneos. "Siempre vuelve golpeado, son partidos muy violentos. La otra vez le dieron una patada en la columna. Pero tengo que decir que nunca imaginé que le iban a dar un tiro", dice. Y agrega: "Esto se tiene que investigar, tiene que caer el responsable. No quiero que mi hijo termine la próxima en un cajón. Los pobres también necesitamos justicia".