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El sabotaje a la celda de luz para cortar la energía eléctrica de la casona, la maza para romper la puerta de ingreso y el conocimiento de los movimientos de las víctimas, conducen a la interpretación de que los atacantes de Emanuel "Ema pimpi" Sandoval y Mirko Saldaño actuaron con un plan operativo.

Según el fiscal de Homicidios del Ministerio Público de la Acusación (MPA), no se encontraron armas en la casa. Quizás era uno de los datos que tenían los atacantes para disminuir el riesgo del operativo. Otro para evitar la evidencia: cortaron al energía eléctrica y así anular el circuito de cámaras de vigilancia que no eran menos de 10, entre las del perímetro y algunas instaladas y escondidas dentro de la casa.

Un dato habla de la eficacia y la aplicación de los atacantes: todos los disparos dieron en los cuerpos. No hay un solo impacto en otro lugar de los ambientes de la casa, ni en muebles, ni en el sillón donde atacaron a tres personas, ni en la planta alta donde ejecutaron a Sánchez. 

Allí Saldaño recibió ocho balazos, todos en el blanco: seis en la espalda, uno en la cabeza y uno en el cuello. Además, podría haber sido atacado con un arma blanca, aunque no está confirmado. 

Hay una serie de datos que podrían suponer que el objetivo no era Sandoval, como se presume, sino Saldaño. La saña del ataque es un indicio. Pero también la actitud de los atacantes de ir en búsqueda de Saldaño hasta la planta alta. Más aún si se tiene en cuenta que Sandoval fue uno de los primeros atacados, al ingreso de la casa. Contrariamente a la ejecución violenta de Saldaño, Ema Pimpi recibió disparos en el abdomen y no fueron mortales.