Un auto robado, una entrega (des) controlada y el final atroz de un muchacho
En medios locales y nacionales se conoció que Franco Sebastián Velázquez, de 25 años, murió el primer sábado de octubre en el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez como consecuencia de los golpes que habría recibido de un grupo de vecinos en el momento en que iba a realizar la entrega de un auto a cambio de dinero. Lo acusaban de haber robado ese coche, un Volkswagen Vento. Pero otra versión completamente diferente ronda los pasillos del Centro de Justicia Penal, y será la fiscal Marisol Fabbro quien dilucidará el caso que al momento no tiene imputados.
El dueño del vehículo robado sería un remisero cuyo nombre se preserva, y declaró al MPA que el martes 29 de septiembre Velázquez se lo sustrajo en Montevideo y Pedro Lino Funes a punta de pistola, y que horas después pactó con el supuesto ladrón una "entrega controlada" (no controlada oficialmente sino por allegados) que se realizaría el día siguiente en Pasco y Felipe Moré, hacia donde arribó junto a su pareja en un Chevrolet Corsa.
La versión del remisero fue que el joven Velázquez al momento de la entrega amenazó con una pistola, se le cayó y trató de huir y al ser retenido por vecinos, en la trifulca terminó el joven gravemente herido y el Corsa incrustado en la pared de una vivienda por una maniobra torpe por la situación acuciante.
Sin embargo la querella, constituida por el letrado Leonel Botta, adelantó a Rosarioplus.com que según la información recabada por familiares del joven y los dueños de la vivienda colisionada, “Velázquez no llevaba arma alguna (la hallada podría ser del remisero) y no fue víctima de golpes de vecinos, sino que fue empujado con el Chevrolet Corsa violentamente, atravesando la medianera y un portón de la vivienda”.
A esta versión impactante, Botta agregó un dato novedoso: “Al remisero además de su pareja, a la supuesta entrega controlada del auto que realizaría lo acompañaron aproximadamente otras seis personas, quienes luego de ver el empujón a Velázquez con el auto, se sumaron a retenerlo, y poco después se fueron cada uno en otro vehículo”.
El auto robado fue hallado por efectivos del Comando Radioeléctrico en un descampado ubicado en pasaje Cerrillos, entre Biedma y Quintana, y hay dos jóvenes imputados por encubrimiento.
La investigación de la fiscal Fabbro recién comienza, ya que recién este martes 13 será la autopsia del joven, y según el querellante, “allí se revelará que murió por los profundos golpes internos en la zona abdominal producto del empuje del vehículo, no por patadas en la cabeza como sucede en los linchamientos. Su padre nos asegura que tiene la pelvis hecha polvo”.
Además en la semana entrante comenzarán a atestiguar los dueños de la vivienda siniestrada. Esta pareja ya habría dialogado con la querella, y Botta transmitió: “La mujer rotundamente me dijo que ningún vecino del barrio tocó al pibe, primero lo atropelló el Corsa, luego le pegaron con otros que arribaron junto al remisero, a los 10 minutos vino la policía y una ambulancia se lo llevó al Heca”.
De esta forma Botta quiso dejar en claro que “esta causa a pesar de todo lo que se dijo no es de muerte por linchamiento, y hay muchos involucrados que no van a aparecer nunca, ya que no hay cámaras en esa zona, pero sí en los corredores cercanos que esperamos arrojen más datos”.
Para el abogado, esta causa que parecía de “justicia por mano propia” seguramente dará un vuelco, donde “imputarán a esta persona tras el resultado”.
Al momento no es claro si Velázquez fue quien sustrajo el vehículo al dueño aquel martes fatídico, pero este medio pudo saber que Franco se dedicaba a la albañilería, y cumplía una condicional por una muerte en una riña donde hay otros imputados también. Su padre Julio Velázquez es fletero, y junto a su mujer y hermanos de Franco buscarán la justicia por ese joven oriundo del sur profundo, en el barrio Las Delicias.