La cuenca del arroyo Ludueña, en el sureste santafesino, tiene un gran valor en materia ambiental. La fuerte intervención humana en este humedal, tanto por los desarrollos agropecuarios como por la creciente presión inmobiliaria, generó un alto impacto en la zona. La semana pasada, se registró en la desembocadura del arroyo una importante mortandad de peces, que puso nuevamente en agenda la situación de descuido que vive el arroyo. Este fin de semana, en la cercanía de Funes, se vio nuevamente cómo las aguas se teñían de un color blanco lechoso con abundante olor químico, situación que fue registrada y denunciada por los vecinos de la zona.

Desde la ONG Taller Ecologista, Sofía Naranjo, máster en Ciencias Biológicas, contó a Rosarioplus.com que la situación de este curso de agua no es nueva y que ahora se ve empeorada por factores climáticos debido al escaso caudal del arroyo, ocasionada por la feroz sequía en la región que lleva más de tres años ininterrumpidos. “Poca agua, sumada las fuertes temperaturas, generan anoxia que lleva a la muerte de la biodiversidad”, aportó la especialista.

Asi amanecieron las aguas del Ludueña este lunes en la zona oeste cerca del Golf.

Además en ese proceso, explicó, aparece mayor materia orgánica y esas condiciones “aceleran el caudal de faltante oxígeno por el aumento de la demanda de este recurso, como si fuese un espiral”. Pero eso no es todo, porque se deben sumar “cuestiones de base, tales como el modelo de producción y la falta de políticas de estado en estas áreas, sobre todo en cuestión de cuerpos de agua superficiales que, al tener menos caudal, disminuyen su capacidad de absorción y los contaminantes se concentran todavía más”.

Otro dato relevante que aporta la especialista es que la cuenca sufrió serías modificaciones en manos humanas durante su historia reciente. Una de ellas, la extensión de la agricultura intensiva que “termina arrojando sus desechos tóxicos al curso de agua o quedan en sus napas, tal es el caso de los fertilizantes que provocan la eutrofización”, es decir un exceso de nutrientes inorgánicos que producen una proliferación descontrolada de algas fitoplanctónicas, provocando efectos adversos en las masas de agua afectadas.

El arroyo Ludueña es un corredor biológico natural que atraviesa la matriz productiva dominante “trasladando la información biológica de manera transversal por el territorio”. Como otros arroyos pampeanos, cumple funciones ecosistémicas de regulación hídrica y química (depurando la contaminación de efluentes domiciliarios, agropecuarios e industriales).

En ese escenario, la impermeabilización del suelo de la cuenca a través de la agricultura y la extensión de las ciudades “resulta una acción peligrosa ya que los humedales retienen el agua, amortiguando el efecto de las lluvias en las inundaciones urbanas”. A su vez, el reemplazo a gran escala de vegetación autóctona por otra implantada “puede conducir a una variación en la ocurrencia de sequías e inundaciones pudiendo los agroecosistemas influir significativamente en la evolución de los niveles freáticos”.

“Pensamos que no hay políticas de prevención para tomar a fondo este tema, creo que no había que llegar a una nueva mortandad de peces o que el arroyo rebalse de contaminación para que el Ministerio de Ambiente tome muestras”, disparó Naranjo y dijo que los últimos datos de muestras de agua de esta cuenca, que ella misma se encargó de cotejar para un informe de la organización, fueron tomadas en 2010. “Una de las cosas decisivas para que pase esto en la cuenca del  Ludueña es la falta de política públicas, prevención y conservación, donde no hay un plan de monitoreo y se incumple una ley provincial que obliga al Estado a trabajar en un saneamiento de los cursos de agua”, subrayó luego.

Sanear la cuenca del Ludueña llevaría muchos años, pero no es solo el tiempo lo que se pone en juego aquí, también “debe haber una decisión que supere a un gobierno y haya intencionalidad perdurable, compromiso desde una mirada interjurisdiccional, teniendo en cuenta el Comité de Cuenca (hoy inactivo) para evitar que las modificaciones que los municipios y localidades realizan en la cabecera de la cuenca afecten negativamente aguas abajo.”.

En ese sentido Naranjo dijo que más allá de las decisiones de la provincia, “la Municipalidad de Rosario no es impecable en este tema". "Hay algunos barrios en el margen del arroyo que no cuenta con un sistema de gestión de residuos. De esta forma, los vecinos no tienen la posibilidad de disponer correctamente de sus residuos y terminan arrojándolas al arroyo”, sintetizó.