El desierto de Atacama, al norte de Chile, se convirtió en un basurero clandestino de ropa que crece sin control, a medida que la producción de moda a bajo costo aumenta a nivel mundial.

Cada año, 59 mil toneladas de ropa llegan a la zona franca del puerto de Iquique, 1800 km al norte de Santiago. En esta zona comercial, con aranceles preferenciales, los fardos de indumentaria se clasifican y luego se revenden en tiendas de segunda mano de Chile o se exportan a otros países de América Latina.

"Esta ropa viene de todas partes del mundo", explicó a la AFP Alex Carreño, ex trabajador de la zona de importación del puerto.

Sin embargo, ante el crecimiento de la cantidad de ropa producida a bajo costo en Asia, para marcas capaces de ofrecer un gran número de nuevas colecciones al año, el circuito está colapsado y los residuos textiles se acumulan de forma exponencial.

Por este motivo, alrededor de 39 mil toneladas de residuos se almacenan en vertederos ilegales en Alto Hospicio, localidad de las afueras de Iquique.

"Lo que no se ha vendido en Santiago o que no ha sido contrabandeado a otros países (como Bolivia, Perú y Paraguay) se queda aquí", señaló un vecino del vertedero ilegal.

En el desierto de Atacama, el cementerio tóxico de la moda descartable | AFP

“El problema es que esta ropa no es biodegradable y contiene químicos, por lo que no es aceptada en los vertederos municipales”, dijo a la AFP Franklin Zepeda, quien creó recientemente una empresa de reciclaje llamada EcoFibra para intentar hacer frente al problema.

En su empresa con sede en Alto Hospicio, fundada en 2018, Franklin Zepeda procesa hasta 40 toneladas de ropa usada por mes. La ropa sintética y de poliéster se separa de la ropa de algodón y luego se usa para hacer paneles aislantes para el edificio.

Después de 10 años trabajando en la zona franca de Iquique, el empresario, cansado de ver estas "montañas de desperdicios textiles" cerca de su casa, decidió "salir del problema y ser parte de la solución".

Según un estudio de la ONU de 2019, la producción mundial de ropa, que se duplicó entre 2000 y 2014, es "responsable del 20 % del desperdicio total de agua en el mundo".

También según el informe, la producción de ropa y calzado produce el 8 % de los gases de efecto invernadero y, al final de la cadena, "cada segundo, se entierra o quema una cantidad de textiles equivalente a un camión de basura".