Las aguas bajan turbias: aparecieron cientos de peces muertos en el Ludueña
La contaminación en el curso de agua genera preocupación. Desde la provincia tomaron muestras con el fin de determinar qué ocasionó la muerte de la fauna ictícola. Quienes conocen de cerca el tema señalan falta de oxígeno en el agua, sumado a la gran cantidad de residuos cloacales y químicos.
Cientos de peces muertos aparecieron este martes en el arroyo Ludueña, cerca del shopping Portal Rosario, tal como viene sucediendo en otros cursos de agua como consecuencia de la sequía y también la contaminación ambiental. El Ludueña, en este caso, viene siendo eje de discusión desde hace muchos años por la cantidad de basura y contaminación que se detecta en el agua y que padecen los vecinos. Los niveles de podredumbre en el ambiente y la peligrosidad de convivir con agua tóxica generan que incesantemente las personas estén pidiendo una solución definitiva.
Tras el reciente episodio, Clara Mitchell, directora de Conservación y Regeneración del Ministerio de Ambiente provincial dijo a este medio que se tomaron las muestras permitentes para el análisis tanto del agua como de los peces y que se espera el resultado en los próximos días. Si bien desde la cartera reconocieron el problema, señalaron que lo ocurrido en esta zona del arroyo “está lejos de la mortandad que se dio en otras zonas, tales como en la cuenca del Salado en el norte provincial”.
Lo motivos de la mortandad quedan en evaluación por lo cual estas fuentes oficiales prefirieron esperar los resultados de laboratorio para dar una mirada científica del problema. Y más allá de la queja contante de quienes viven en las riveras de este curso de agua, afirmaron que se está trabajando duro para solucionar el problema y que entre otras acciones, meses atrás se sacaron de la cuenca más de seis toneladas de residuos.
Marcelo Ferraro, un vecino que no se resigna, aseguró a RosarioPlus.com que esta situación en particular comenzó hace aproximadamente cinco años aguas arriba de la cuenca, sobre la zona cercana a Funes, donde el arroyo “es una cloaca, el color del agua es blanca y de un olor nauseabundo”.
“He descubierto que hay caños de Aguas Provinciales que arrogan mierda al arroyo, junto con una casilla de agua de tratamiento de afluentes que cuando colapsa vierte los desechos sin tratar, esto sumado a los caños clandestinos de todo tipo y desechos. Y no quiero pensar en todos los demás que están entubados y no los vemos. Todo esto lo sabe la Municipalidad y el Ministerio de Medioambiente de la provincia”, señaló Ferraro y lamentó lo poco que se hizo hasta el momento.
“Lo de la desembocadura es justamente el problema que viene desde arriba y por no tener caudal la contaminación siempre estuvo allí porque no corre el agua. Hay que dejar de tirar mierda”, insistió. Resulta que el Ludueña no es un arroyo cualquiera. Se trata de un cauce fluvial que nace como red de avenamiento, de 800 kilómetros cuadrados de campos de Rosario y de localidades aledañas. Este arroyo desemboca en el río Paraná a la altura del barrio Arroyito. Es decir, es un flujo de agua que atraviesa toda la ciudad y con la que conviven a escasos metros miles de vecinos y vecinas.
Daniel Calderón, presidente del club Islas Malvinas, cercano al arroyo, también dio su testimonio. El hombre aseguró que se respira un olor nauseabundo imposible de tolerar. “Es una situación terrible, dramática. El sábado vimos cualquier cantidad de doraditos vivos, chapoteando en el arroyo, y nos pusimos contentos. Pero algo pasó entre el sábado y el martes a la mañana, quizá la lluvia del lunes, porque ayer amaneció poblado de pescados muertos”, lamentó Calderón en contacto con una emisora radial local.
“O vuelcan afluentes y aprovechan la lluvia, o la lluvia baja contaminantes de los campos. El arroyo desemboca a 600 metros de la toma de agua. El contaminante circula en el arroyo y en el río. Cotidianamente vemos residuos de materia fecal, los camiones vuelvan los desechos cloacales”, denunció.
Por su lado, Osvaldo Lobato, de la Cooperativa de Pescadores del Ludueña, dijo que el arroyo cumple una función fundamental en el desove de los peces que ingresan al cuerpo de agua desde el Paraná. Después “por la contaminación y la falta de oxígeno mueren” y eso pasa porque “alguien hizo algo mal”, remarcó.
En se sentido señaló a una cuestionada guardería náutica privada en manos de la constructora Obring emplazada sobre el arroyo, en el predio de la desembocadura sobre el Paraná. Según Lobato este es un aliciente en la mortandad de peces. Aseguró que para la construcción de la obra el predio le ganó metros al arroyo, y “funciona como tapón impidiendo el ingreso de agua saludable desde el río”.
Los terrenos en cuestión son municipales y reclamados históricamente por los pescadores. Se trata de una superficie adjudicada de más 50 mil m2, de los cuales el 70% corresponde a espacio de uso público, en donde el privado destinó inversiones para mejoras del parque con iluminación, equipamientos, mobiliario, estaciones aeróbicas, juegos para niños e infraestructura. Los pescadores, sin embargo, aseguran que este paseo ha ocasionado un daño ambiental irreparable.
“No entra agua del río con oxígeno, el arroyo quedó muy angosto. Este arroyo tenía 30 metros ahora solo tiene cinco de caudal. Acá se hizo una obra sin medir el impacto ambiental y eso es una de las causas de la muerte de los peces porque no ingresa el agua, lo digo con conocimiento de causa porque hace 40 años que estoy acá. A eso se le suma la basura acumulada por que el agua no corre y el olor insoportable”, manifestó.