Arrancó un histórico juicio por el etnocidio de Napalpi en Chaco
La matanza de centenares de integrantes de los pueblos indígenas Qom y Moqoit ejecutada hace casi cien años por policías, gendarmes y colonos en Chaco tendrá finalmente su proceso judicial con el fin de buscar la verdad, tras la negación y silencio del Estado por décadas.
La Masacre de Napalpí fue una matanza sobre las comunidades originarias, principalmente Qom y Moqoit, que tuvo lugar el 19 de julio de 1924 en el territorio nacional de Chaco cuando aún no era provincia. Este crimen atroz se llevó la vida de cerca de 500 personas y fue durante décadas la mayor matanza de pueblos indígenas en el siglo XX, silenciada tanto por el Estado como por los medios de comunicación.
Como una reivindicación a estos mártires, este martes en Resistencia comenzó el juicio oral para saber la verdad de estos hechos. Esta instancia marca un avance en el reclamo de las comunidades ante la negación de la Justicia para tratar el caso.
Al celebrase esta mañana la primera audiencia se pudo escuchar el testimonio de Juan Chico mediante una entrevista que dio el docente e historiador qom, uno de los propulsores de este juicio que falleció el año pasado como consecuencia del coronavirus.
“Napalpí es un tema muy caro para nosotros, se invisibilizó, pero en el los últimos años empezó a levantarse, la memoria oral vino con los años pidiendo permiso, abriéndose paso en la historia oficial, sucede que es como dice Walter Benjamín; todo documento es documento de barbarie. Hay un conocimiento cultural, en las comunidades, que debe ser receptado en la Justicia”, expresó en el video.
En la segunda parte de la audiencia se proyectaron otras entrevistas a Pedro Balquinta de 105 años y a Rosa Grillo de 114 años realizadas por los fiscales Federico Carniel y Diego Vigay, de la Unidad de Derechos Humanos de la Fiscalía Federal. La primera de ellas fue realizada en la zona rural del Paraje San Lorenzo Colonia Necochea del Departamento de Chacabuco de la provincia del Chaco, el 18 de junio de 2014. Allí Pedro, que tenía 12 años cuando ocurrieron los hechos, contó en su lengua mocoví sus vivencias: "En la reducción Napalpí mataron a muchos. Los taparon en un pozo grande, un solo pozo (…)".
También relató otro hecho represivo, ocurrido en el Zapallar en la provincia de Chaco, en 1933: “Era un pueblo chiquito pero había como tres mil personas cuando fueron para matarlos, pero no pudieron matarlos a todos. Había dos pastores allí, que cuando llegaron los militares se pasaron toda la noche orando para que nos les hagan nada. Los Mocovi fueron a buscar trabajo al Zapallar por eso llevaban sus caballos .Los cabecillas iban adelante por eso los mataron. Estaba el cacique Duran que vivía en las Tolderías esas tierras son de los criollos hoy”.
La entrevista a Rosa Grilo, de 114 años, fue realizada en el Paraje “El Martillo” en Machagai, el 17 de noviembre de 2018. “Es muy triste para mí, porque mataron a mi papá. Casi no me quiero acordar, me hace doler el corazón. Mi abuelo y mi mamá dispararon en el monte, 'disparemos', 'disparemos', decían. No sé por qué mataron niños, grandes, mucho sufrimiento. Yo era niña pero no tan chica, por eso recuerdo. En el monte comíamos algarrobo, cualquier fruto de los árboles comíamos y tomábamos agua de los cardos", recordó la anciana en la entrevista.
"Un avión arriba tiraba bolsas desde el avión y caían al piso, y la gente iba a buscar y ahí lo mataban. Y ahí, mi abuelo y nosotros disparamos porque queríamos vivir. Mi abuelo se llamaba Francisco Grilo y mi mamá Antonia Grilo. Mi abuelo, cazaba cualquier bichito para rebuscarse. Mi mamá me contó que le mataron a mi papá. No quiero ver que se repita. Duelen esas cosas, como uno no va a sentir la familia. Nunca se habló de lo que paso, recién ahora se habla”, añadió.
Vale decir que este juicio oral por la Masacre de Napalpi tiene como fin marcar y establecer la verdad histórica en forma de reparación para los familiares de las víctimas y los sobrevivientes. El antecedente más cercano sobre este tipo de procesos, son los juicios por crímenes de lesa humanidad realizados en los años noventa en la investigación del destino final de víctimas de desaparición forzada por parte del terrorismo de Estado, cuando no podía avanzarse en la sanción penal de los crímenes a causa del “cerrojo judicial” que implicaban las leyes de obediencia debida, de punto final, y los indultos a cúpulas militares.
Fue la Unidad Fiscal de Derechos Humanos quien en 2014 inició una investigación sobre la Masacre de Napalpí y en 2021 se presentó un pedido formal ante el Juzgado Federal número 1 para la realización de este juicio. La jueza Zunilda Niremperger resolvió catalogar los crímenes como de lesa humanidad y, por ello, imprescriptibles, y ordenó la realización del proceso. En julio de 2021 la zona donde ocurrieron los crímenes fue señalizada por la Secretaría de Derechos Humanos como sitio histórico.
En 2008 el 16 de enero, el gobernador de Chaco, Jorge Capitanich, encabezó un pedido formal de perdón a los pueblos originarios por la Masacre, en el marco del cumpleaños 107 de Melitona Enrique, una de las sobrevivientes.
Algunos datos del etnocidio
El episodio histórico se dio en el marco de una protesta que estaban realizando las comunidades originarias debido la violencia y explotación a la que eran sometidos en la producción y cosecha del algodón. En ese entonces, el presidente Marcelo T. de Alvear y el gobernador del territorio nacional de Chaco era el radical Fernando Centeno, un estanciero algodonero.
En la reducción Napalpí las familias de las comunidades Qom y Moqoit vivían encerrados y en una situación de extrema miseria y hambre. En ese momento, Chaco era uno de los principales explotadores del algodón y los pueblos originarios eran prácticamente mano de obra esclava. Las reducciones eran unidades administrativas del Estado donde los miembros de los pueblos originarios eran explotados en jornadas de entre 12 y 14 horas en condiciones infrahumanas.
La represión se llevó a cabo por parte de la Gendarmería de Línea, la policía territorial e incluyó la utilización de un avión que disparó desde el aire. La matanza continuó varios días con las fuerzas policiales persiguiendo y asesinando a los sobrevivientes que habían podido escapar y terminó con muchos cuerpos quemados en fosas comunes.
El silenciamiento de la Masacre
A pesar de la crueldad y virulencia que tuvo este ataque, el hecho sufrió un fuerte silenciamiento, tanto por parte del Estado como de la prensa. Los medios se encargaron de contarlo como “un enfrentamiento entre indígenas” en el que habían fallecido dos personas. En 2008, el gobierno provincial pidió perdón formalmente hacia las comunidades indígenas.