La Nasa eligió un proyecto rosarino que crea viviendas para habitar Marte
Un grupo de estudiantes de la UNR y colaboradores fue seleccionado por la Nasa en una competencia por su proyecto de impresora 3D que produciría comunidades para habitar el planeta rojo
“Se ve que teníamos mucha imaginación”, reconoció Rubén Buchardo, estudiante de Ingeniería Electrónica en la UNR, al enterarse este viernes de que el proyecto de su grupo resultó seleccionado entre otros 24 de un total de 2017 proyectos en el mundo en la Space App Challenge.
El grupo de ocho miembros, que se dio en llamar PulsAr, presentó su proyecto de hábitat en base a las características reales del planeta Marte, y propuso un complejo diseño de impresora 3D para crear futuras colonias adaptadas para residir allí y resistir “la baja presión en la atmósfera del planeta, por lo que el hábitat debe estar presurizada”, explicó.
“Sabemos que suena ambicioso, pero es totalmente aplicable”, aseguró a Rosarioplus.com, y enumeró: “El proyecto comprende refugios provisorios, el transporte de los materiales, los refugios para vivienda y la propia impresora 3D, que es muy compleja, ya que es la que construiría una vez en el planeta rojo todas las viviendas”.
Ahora el grupo PulsAr tendrá “el gran honor” de pasar un juzgado de los ingenieros aeroespaciales de la Nasa, los “mejores cerebros del mundo”, para ser nuevamente seleccionados entre 6 de los 25. El premio en esa instancia es un viaje de visita a la Nasa.
Resta una nueva preselección, entre cinco de la misma categoría, entre los que, recordó Buchardo, “hay un proyecto de Italia, otro de Kuala Lumpur, y a los que más tememos a los asiáticos”.
El grupo PulsAr está compuesto por: Buchardo de 36 años, empleado en una empresa de ascensores y estudiante de ingeniería electronica (2do año); Juan Emilio León de 24 años, licenciado en Administración de empresas; Estudiante de ingeniería electronica (2do año); David Góngora Técnico electrónico, trabaja en un laboratorio de ingeniería; Oscar Castro de 36 años, farmaceutico y estudiante de ingeniería electrónica (2do año); y Fernando Álvarez de Igarzábal, ingeniero mecánico aeronáutico.
Buchardo recordó que el grupo tenía “un proyecto anterior terminado, de un exo esqueleto pero no entraba en ninguna categoría de la competencia, y tuvimos que pensar el proyecto de cero”. Lejos de amedrentarse, los miembros del proyecto trabajaron duro con cálculos específicos para que el proyecto sea aplicable, y al parecer lo fue, tras haber sido seleccionados a nivel mundial entre más de 2000 proyectos.