La pandemia lo desempleó, pero Roberto supo reinventarse y salir adelante
Un jubilado en zona sur tuvo que guardarse y resignar su trabajo por integrar el grupo de riesgo en la pandemia. Aunque está prohibido, lo despidieron igual. Pero se las ingenió para reemplazar el ingreso perdido con un emprendimiento propio: comercializar por e-commerce las palitas y braseros que un amigo fabrica. Y sin salir de su casa
Roberto llegó al edificio de Sánchez de Bustamante 855 con mucha bronca e impotencia. Después de trabajar casi toda su vida, la cuarentena obligatoria por la pandemia del coronavirus lo mandaba a su casa a esperar. No sabía qué, ni cuánto tiempo, pero tenía que quedarse en casa a esperar.
Recorrió a paso lento los pocos metros que separan su vivienda de la entrada principal, subió la escalera un piso e ingresó a su casa para dar la triste noticia: lo habían despedido de la empresa metalúrgica donde realizaba tareas, a pesar de haberse jubilado hacía seis años, por pertenecer al grupo de riesgo.
A los 71 años, Roberto tenía que reinventarse, adaptarse a una realidad incierta y conseguir dinero para poder tener comida en el hogar que compartía con su mujer, Ana.
Luego de pensarlo un tiempo, mientras las noticias hablaban de infectados, muertes y crisis, el jubilado que debía esperar sin desesperar en su casa tuvo una idea.
"Me quedé sin trabajo y con un amigo empezamos a hacer palitas. Yo las vendo y él la produce", comentó orgulloso Roberto, en diálogo con el móvil de Sí 98.9.
La primera intención del incansable vecino de Saladillo era incursionar en la venta ambulante, pero "una amiga que tiene un cotillón por Arijón" lo invitó a transformarse en un referente del eCommerce de zona sur. La asesora del nuevo emprendedor realizó una publicación con los productos que ofrecía Roberto en las redes sociales y las promociones se viralizaron al instante.
"Ahora duermo más porque no salgo a la calle, estoy tranquilo. Tengo para comer, que antes no llegaba con la jubilación", afirmó el jubilado de 71 años, mientras presenta los modelos de sus artículos en el pasillo que une su vivienda con la escalera.
El diablito y la parrilla que vende Roberto cuestan mil pesos cada uno, mientras que el kit de pala y atizador, "que no se oxida y aguanta", tiene un predio de $350.
Los interesados en darle una mano al vecino de Saladillo, y llevarse unos productos de calidad, pueden comunicarse con Ana (nueva encargada del departamento comercial del emprendimiento) al 0341 2532435 y pautar un horario para renovar el parrillero del patio y disfrutar de las reuniones afectivas cuando pase la pandemia.