La resignación de los trabajadores que son "rehenes" del colectivo
De convalidarse el precio fijado por el municipio, un asalariado deberá desembolsar 415 pesos al mes pesos solamente para para ir y volver del trabajo. En las paradas de los colectivos reina la bronca, la resignación y el hartazgo por aumentos que nunca se traducen en un mejor servicio
Las cuentas no cierran por ningún lado. Hasta la semana pasada, había que lidiar con el alza de los precios y el aumento de las tarifas para llegar a fin de mes. En las próximas semanas, los rosarinos tendrán que hacer aún más malabares con sus sueldos. El incremento del boleto de colectivo asoma como otro duro cachetazo, en especial para aquellos asalariados que utilizan este servicio público para ir y volver del trabajo. Habrá que separar 415,80 pesos para el transporte, lo que en promedio representa más del 5% de los haberes percibidos.
El aumento del Transporte Urbano de Pasajero (TUB) se empezará a debatir este miércoles en la Comisión de Servicios Públicos del Concejo. De prosperar la iniciativa del poder Ejecutivo (llevar el precio de 6,30 a 9,45), los trabajadores necesitarán 18,90 pesos por día, 94,50 a la semana y 415,80 al mes, si se toman 22 jornadas laborables de referencia.
Rosarioplus.com recorrió algunas paradas de colectivos para dimensionar el real impacto de un aumento difícil de paliar. La mayoría de los usuarios se sienten "rehenes" de un incremento del que no pueden escapar. Muchos admiten que habrá que "achicar otros gastos" para poder pagar el colectivo. Todas las quejas apuntan a un servicio "muy caro y de mala calidad".
"Más de 400 pesos solo para ir a trabajar es una locura"
Beatriz tiene 68 años. Es jubilada pero nunca dejó de trabajar. La economía familiar necesita de un segundo ingreso. Todas las mañanas se traslada desde su casa, ubicada en la zona sur, hasta las inmediaciones del Parque Independencia, donde trabaja como empleada doméstica. A la ida, espera el 140 en la esquina de San Martín y Segui. A la vuelta, se toma esa misma línea en Zeballos y Rodríguez.
"Hoy en día ya me está constando un montón, si aumenta un 50% va a ser muy duro para mi bolsillo", explica la mujer. La tarifa le parece "carísima" porque, a su juicio, se viaja muy mal. "Los colectivos están sucios, las frecuencias son pésimas, hay que viajar parado, muchas veces no te paran porque están repletos y en el verano no hay aire acondicionado. Cada vez que subo pienso que el municipio me está robando", agrega.
Cuando era más joven, Beatriz usaba la bicicleta para trasladarse a los trabajos. Ahora, necesita "sí o sí" del colectivo. "No puedo ir caminando todos los días, son muchas cuadras. Uno que viaja mucho se da cuanta que al colectivo lo usan los laburantes. Para los que vivimos de un salario, el panorama que se viene es muy negro",
De oficializarse tamaño aumento, esta trabajadora dice que deberá resignar otros gastos para "equilibrar" las finanzas. "Me gusta comprarle cosas a mis nietas, si el colectivo sube tanto esos gusto no me los voy a poder dar", comenta. Y se pregunta: "¿Hasta cuándo la gente va a aguantar? La gente está muy callada por ahora. Pero qué pasa si cuando se concrete el aumento entramos al colectivo y no pagamos el pasaje. Habría que pobrar algo así".
"Ningún sueldo aguanta tantos aumentos"
Nahuel (26 años) ameniza la espera con auriculares en sus orejas. Está parado en la esquina de Rioja y Presidente Roca. Necesita que aparezca el 123 para poder volver a su casa. Dejó atrás su jornada laboral, seis horas en un comercio céntrico de computación. Comerá algo en la casa de sus padres, descansará algunas horas para luego volver al centro. El año pasado comenzó una carrera terciaria para aspirar a un mejor futuro laboral.
El trabajo y el estudio le demandan 4 boletos de lunes a viernes. Hoy le representa un gasto de más de 550 pesos al mes. Con el aumento que pretende la Municipalidad, la cifra trepará a 830. "Es muchísimo dinero. Estamos hablando de un servicio básico que me lleva al trabajo y al lugar donde estudio. Uno se trata de un gusto que uno se quiere dar", analiza.
En su caso, no paga alquiler. Pero sí colabora para los gastos mensuales del hogar familiar. También saca dinero de su bolsillo para absorber la matrícula de su carrera. Todo aumentó en los últimos meses, pero su salario aún no se modificó. "No queda otra que achicar otros gastos. No me alcanza para hacer lo que hacía hace seis meses atrás", afirma.
Nahuel espera que el Concejo autorice un aumento menor al que arrojó el estudio de costos. "Pagar 50% más me parece una barbaridad", sentencia. Quiere creer que el poder político pensará "alguna vez" en la gente. "No pude ser que siempre paguemos los platos rotos. Las ganancias son para pocos y las pérdidas de todos", agrega con enfado.
La trompa del 123 asoma y Nahuel se sube resignado. Sabe que difícilmente su augurio se haga realidad.