La tragedia que se convirtió en fiesta y en carrera
El barrio Empalme Graneros celebró el Día del Vecino con su tradicional carrera. Es la más antigua de la ciudad, y forma parte de la fiesta con la que sus vecinos se sobrepusieron a la tragedia que significó la inundación de 1986.
475 corredores y corredoras ganaron la prueba de 5km del Día del Vecino al alcanzar la meta. Todos y cada uno de ellos subieron al escenario y se llevaron un trofeo a casa, después de recorrer las calles de Empalme Graneros. Los vecinos del barrio fueron los anfitriones, preparando un recibimiento especial, marcando el recorrido, acompañando y aplaudiendo a los corredores a su paso, y ofreciendo vasos o sachets de agua desde las puertas de sus casas.
Fernanda Romero, integrante de la comisión directiva de la vecinal, relató a Rosario Plus que esta edición se vive con “mucha emoción”. “El año pasado en pandemia corrimos simbólicamente con un puñado de corredores. Después de 2 años bastante intensos, volvemos con este reencuentro lleno de pasión. Recorremos las calles que hace 36 años tuvieron 2 metros de agua, y ahí nace el día del vecino”, describe la vecinalista. “Con este entramado social tan complicado rescatar la solidaridad, la no violencia, y este deporte tan bello que es el atletismo”, aseguró.
Sobre las primeras ediciones de la carrera, recordó que “el running no era tan populoso como lo es ahora, y creo que de cien hombres corría una mujer. La maratón surgió desde el primer día. Era un puñado de corredores, que no creo que sean más de 20 o 30, a la mañana con juegos, y a la noche se hacía la fiesta del Día del Vecino donde sacaban las mesas a la calle y se compartía la comida”.
Fernanda es del centro de Rosario pero se enamoró hace muchos años de un “empalmegranense”, cuenta: “Estaba de novia, conocí Empalme Graneros y a mi suegro con dos metros de agua en un techo, vine con una piragua. Después me casé y Empalme Graneros me atrapó, con toda su bella gente, su trabajo social. Hay mucho compromiso social”, destaca.
La carrera
La largada fue a los pies del escenario ubicado en la puerta de la vecinal, en Juan José Paso al 5600. Luego de que se izara la bandera, se cantó el himno y se dio inicio a la prueba. A pesar de ser de solo 5 km y no ser en el centro de Rosario, es una de las carreras más convocantes por su significado y hospitalidad. Contó con la fiscalización de los jueces de la de la Asociación Rosarina de Atletismo (ARdA) asistidos por los vecinos y organizaciones del barrio marcando el recorrido y personal de Transito de la Municipalidad cortando las calles.
Los primeros en llegar fueron Lautaro Bruzzoni (15min 21seg) y la atleta Melisa Quintana (20min 45seg), que recibieron juntos su trofeo. La vecina Francisca Romero, fue la última en llegar. Con una sonrisa cerró la prueba haciendo 53 minutos a sus setenta y pico.
Ricardo Cifuentes, de 76 años, también vecino del populoso barrio, cuenta a quien le de charla que corrió 32 ediciones. El corredor más longevo en participar fue Wilfredo Estepa, de 90 años. En diálogo con Rosario Plus se quejó un poco del calor, aseguró que “me costaron un poco los primeros 3 kilómetros y medio, después bien”, aseguró, aunque explicó que. “Toda la vida voy a hablar bien de acá, vaya donde vaya. No se lo pierdan. Cuando corrés te encontrás a un barrendero, un doctor, un ingeniero, corrieron los bomberos ¡Y ensima cuando llega la hora del choripán delante de uno está un periodista famoso!”, cuenta entre risas.
Emanuel Álvarez es bombero voluntario de Rosario y junto con otros tres miembros del cuerpo corrió los 5km de la carrera con el uniforme. Llegaron juntos. En menos de 30 minutos hicieron las 50 cuadras de la prueba con su equipo de trabajo: “Todo completo pesa más o menos 30 kilos, pero no estábamos con la parte del respirador”, explicó a este medio.
Acerca del entrenamiento para realizar la prueba detalló que “nos empezamos a preparar como si estuviéramos corriendo normal, y obviamente tratamos de hacer más distancia en mejor ritmo. Soy corredor amateur, salgo a correr por gusto, no hago un entrenamiento específico, pero me gusta el deporte, para salir a despejar la cabeza y obviamente para este trabajo necesitas tener el mejor estado físico posible. Ayuda un montón eso”. La llegada del grupo de bomberos a la meta estuvo precedida por las sirenas de la autobomba y el estallido de aplausos de los presentes.
Unos pasos después de la meta, el arquitecto Rolón manguera en mano se ofrecía a mojar a los corredores que iban llegando, y les convidaba con naranja. La hidratación no faltó en ningún momento del recorrido, pero alrededor de las 10 de la mañana del domingo ya estaba caluroso y la oferta era bien recibida. “Yo soy del barrio, pero no me alcanzó el agua a mí”, recuerda este colaborador. “Noviembre del ’86, terrible. Del dintel de la vecinal, de la puerta, sobrepasaba el agua. Acá 2 metros 20, y 2 metros 30 centímetros en Mariano Cabal”, dice marcando con el dedo a dónde llegó el agua en la inundación.
El diputado provincial Carlos del Frade luego de la prueba hizo público que “volvimos a trotar sobre las calles del barrio obrero que resiste como puede. Hay en esta maratón una rebeldía popular ante las mafias y la resignación. Algo que tiene la belleza humilde de la gente sencilla”.
Como cada edición, luego de la carrera se compartió el clásico choripán. Fue el propio presidente de la vecinal, Osvaldo “Lalin” Ortolani, quien en ese momento recordó a los vecinos ya fallecidos que solían encargarse de la parrilla para cumplir con esta parte de la ceremonia, tan disfrutada por todos. Luego, por categorías, todos los participantes fueron subiendo al escenario para la premiación.
Trofeo en alto, foto, selfi, abrazo a la familia y al grupo de running. Del primero al último corredor que cruzó la meta, ganó. Un año más que los vecinos de Empalme Graneros celebran con alegría, la solidaridad de estar presentes para el otro, y superar así la tragedia. En tiempos de Covid, de violencia y desigualdad, un ejemplo a seguir.